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EL GUAPO

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Considero que una de las mejores películas de todos los tiempos es «Los tres amigos», en la que se libra una batalla clásica entre los buenos y un villano llamado El Guapo. En cierta escena, uno de los amigos intenta convencer a los habitantes del pueblo para que se enfrenten contra El Guapo, con el siguiente discurso: “A todos nos toca enfrentar a un enemigo como él alguna vez. Para algunos, El Guapo puede ser la timidez; para otros, tal vez la falta de educación. Para nosotros, El Guapo es un enorme y peligroso individuo que quiere matarnos”.
Cuando se trata de la propia valía, cada uno tiene un guapo al que debe vencer. ¿Cuál es el tuyo?

En cierta ocasión, un adolescente israelí me preguntó cómo podía desarrollar su valía sin ser bien parecido. Para responderle, le conté la historia de una mujer también nativa de Israel, Golda Meir, que cuando era adolescente se sentía igual que él: “Jamás fui bella. Hubo un tiempo en que esto me entristecía, cuando tenía la edad en la que se cree que lo más importante es la belleza y reconocía frente al espejo que era algo que yo nunca tendría. Descubrí lo que yo quería hacer de mi vida y a partir de entonces dejó de tener importancia que me consideraran bonita. Mucho tiempo después comprendí que no ser bella fue una bendición porque me obligó a desarrollar mis recursos internos. Así entendí que las mujeres que no se escudan en su belleza y actúan por sí mismas, tienen ventaja”.

Golda Meir fue política, diplomática y estadista; primera mujer en Israel y tercera en el mundo en desempeñar el cargo de primer ministro, considerada una de las más grandes líderes de su tiempo.

Prácticamente todos hemos querido en algún momento de nuestra vida cambiar alguna parte de nuestro cuerpo. Pero una vez que sabes lo que quieres hacer de tu vida, tus metas, sueños y propósito, fluye tu energía y dejas de obsesionarte por la apariencia física.

No quieras ser diferente de lo que eres, solo esfuérzate por lucir lo mejor que puedas y destaca tus rasgos naturales. Fíjate qué colores te favorecen, sé pulcro y encuentra el peinado que te quede mejor. Aprende a apreciar tus rasgos y recuerda que cada persona es bella a su manera: con unos brillantes ojos azules o unos profundos ojos cafés, de barbilla delicada o pómulos elevados, de nariz fina o prominente, de orejas elegantes, dedos gráciles…

La autora Susan Tanner sufrió en la adolescencia un severo acné que le causaba inseguridad y nunca ha olvidado la lección de su madre: “Haz todo lo que puedas para que tu apariencia sea agradable, pero en cuanto cruces por la puerta, olvídate de ti y empieza a concentrarte en los demás”.

Si todo el tiempo te miras en el espejo social, siempre te sentirás fuera de lugar; en cambio, si te miras en el espejo real, te darás cuenta de que la belleza interior es más importante que la exterior.

Audrey Hepburn, una de las actrices más glamorosas del Hollywood de la época de mis padres, era famosa por su belleza y gran estilo. Son conocidos sus consejos de belleza:

  • Para tener unos labios atractivos, pronuncia palabras amables.
  • Para tener unos ojos primorosos, observa lo bueno que hay en cada persona.
  • Para tener una figura refinada, comparte tus alimentos con el hambriento.
  • Para tener un cabello hermoso, deja que al menos una vez, un niño pase sus dedos por él.
  • Para mejorar el porte, camina con la certeza de que jamás darás un paso sola.
  • Las personas, más que las cosas, necesitan que se les restaure, renueve, reanime, reforme y recupere; nunca deseches a nadie.
  • La belleza de una mujer no está en la ropa que viste, la figura que luce y la forma como peina su cabello.
  • La belleza de una mujer debe provenir de sus ojos porque ellos son la puerta a su corazón, que es donde reside el amor.

Del Best Seller de Sean Covey,
Las 6 decisiones más importantes de tu vida.

MUNDOS PARALELOS

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La imagen que encabeza este artículo es fuerte y no se trata de ningún fotomontaje. Muestra el contraste que se refleja día con día en la Valla de Melilla, que es el punto que separa a África de Europa.

Melilla es una ciudad autónoma española al norte de África que literalmente está amurallada para evitar el paso de inmigrantes africanos, así como el contrabando comercial.

En más de una ocasión es posible ver en los telediarios españoles imágenes estremecedoras de personas intentando cruzar la valla mientras son reprimidas de manera brutal por la Guardia Civil. En verdad deja a uno con la piel helada ver esto.
¿Qué tan indiferentes somos ante aquello que nos rodea mientras nosotros estemos bien?

¿Qué es lo que nos lleva a ser tan indiferentes ante lo que está a nuestro alrededor?

¿Será que no lo vemos o no lo queremos ver?

En la época de la información en la que vivimos, vemos y leemos tantas cosas que a veces cuesta centrarse en la información que nos debería indignar. No nos damos el tiempo para reflexionar sobre lo que observamos; todo lo que sobrepase los 140 caracteres o las dos líneas de un meme nos da pereza.

Y esto me lleva a pensar en lo que hemos vivido durante el 2014 en México, un año que quizá tampoco ha sido demasiado diferente de los últimos, y sin embargo, ese es el problema: llevamos tanto tiempo conviviendo con la violencia que se ha vuelto algo desgraciadamente “común”.

Como sociedad debemos estar informados, lo considero una obligación como ciudadano. Y es que interpretar el mundo puede llevar al deseo de transformarlo, así que entre más y mejor informados estemos, podremos realizar mejores acciones para cambiar.

En esta temporada en la que esperamos la llegada de un nuevo año, siempre formulamos deseos y hacemos propósitos. Yo les propongo uno: vacunémonos contra la apatía. Que nuestro propósito sea recuperar la capacidad de asombro e indignación para que podamos pasar a la acción.

En momentos como el que vive nuestro país, entre todos los problemas detecto uno en particular: confundimos la crisis de un sistema con la crisis del ser de una nación; lo queramos o no, México es nuestro espejo y en él nos reflejamos, y si hemos perdido la fe en él, es que también la hemos perdido en nosotros.

Así que ahora cambiaría la pregunta inicial por: ¿Eres indiferente o eres parte de la diferencia? Como diría Eduardo Galeano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

No se necesita ponerse una capa para salvar al mundo ni a nuestro país. De hecho, sí hay héroes, hay muchísimos, pero son anónimos; son todos aquellos que salvan al país sin que nos enteremos: todos los que no aceptan mordidas, los que denuncian actividades delictivas, los que educan bien a sus hijos, los que exigen sus derechos…

No importa tu edad o profesión. No importa tu título, sino lo que hagas con él. Hay que ocuparse de que aquello que hagamos consiga inspirar a los demás, para que juntos, mediante el ejemplo, logremos darle la vuelta a nuestros problemas.

Soy un convencido de que tenemos todo lo necesario para que nuestro país sea mejor. Mi deseo para 2015 es que lo hagamos a tiempo y no sean las consecuencias las que nos motiven.

Podemos empezar a tirar todas las vallas, tanto físicas como mentales, y poner a México en sintonía de paz.

Francisco en Estrasburgo un lider en acción

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A pesar de la intención de algunos grupos radicales de boicotear la reciente visita del Papa Francisco al Parlamento Europeo, con sede en Estrasburgo, se presentó y vaya si habló ante todos los eurodiputados, que le aplaudieron hasta partirse las manos.

En ese foro volvió a denunciar con fuerza la cultura del descarte: “Cuando la vida ya no ‘sirve’, se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer”.

Y lanzó a los políticos una advertencia: “Trabajen por los más necesitados, los más frágiles (…) Preocúpense de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la ‘cultura del descarte’”.

Por supuesto, también tuvo palabras para condenar el ‘silencio cómplice’ ante la persecución de los cristianos: “Comunidades y personas que son objeto de crueles violencias: expulsadas de sus propias casas y patrias; vendidas como esclavas; asesinadas, decapitadas, crucificadas y quemadas vivas, bajo el vergonzoso y cómplice silencio de tantos”.

Sus ideas profundas podrían ayudar a políticos, economistas, empresarios y servidores públicos en todo el mundo: “El liderazgo de hoy está enfermo de egolatría, famélico de poder y borracho de egoísmo”, cuando en realidad significa servicio. Y les recordó que “cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y colectiva”.

Ante la descontrolada fuerza del poder financiero, que debilita las democracias hasta convertirlas en meros regímenes nominales, lanzó una advertencia a las multinacionales: “Debemos evitar que su fuerza real (de las democracias) sea desplazada ante las presiones de intereses multinacionales no universales, que las hacen más débiles y las transforman en sistemas uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos. Este es un reto que hoy la historia nos ofrece”.

Afirmó que en el respeto al prójimo y a la creación existe una conexión de las cosas concretas de todos los días. Eso “no significa solo limitarse a evitar estropearlo”, sino que “junto a una ecología ambiental, se necesita una ecología humana, hecha del respeto de la persona”. Es decir, que la vida no debe girar en torno a la economía sino a la dignidad humana.

El derecho individual debe asociarse al deber hacia los demás. Los “derechos del individuo” están unidos al “contexto social”, en el cual también hay “deberes” conectados “al bien común de la sociedad misma”. El problema comienza cuando los derechos de los individuos no se armonizan con un “bien más grande”. Esto sucede al hombre que ostenta derechos ilimitados sobre la mujer hasta el punto del maltrato, al empleador que explota al trabajador o al político que abusa de su cargo.

La familia, que ama llamar “la célula de la sociedad”, no solo debe dar “esperanza” a las nuevas generaciones, sino ser refugio para los más débiles: ancianos y niños. Sus palabras son un legado también para padres y madres de familia en su papel de líderes de sus propios hogares ante un mundo cada vez más interconectado y global. Se necesita de un líder para levantar del suelo a otro.

Una periodista en el vuelo de regreso a Roma le preguntó al Papa si los dos discursos pronunciados ante los representantes de 800 millones de europeos son de inspiración ‘social-demócrata’. El Pontífice sonrió, fuerte en su identidad: “No me atrevo a calificarme de una u otra parte. Yo me atrevo a decir que esto viene del Evangelio: este es el mensaje del Evangelio que forma parte de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Después del torbellino Bergoglio, las críticas laicistas resultan ridículas hacia esta voz moral única en el mundo. El Papa habló con la verdad, sin importarle ser un invitado a la gala del momento y fue interrumpido doce veces durante su discurso por los aplausos de 751 eurodiputados.

EN QUÉ SE PARECEN LAS MENTES DE UN ULTRA, UN PORRO Y UN TERRORISTA

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A cuenta de la brutal pelea ocurrida recientemente en Madrid entre los ultras del Frente Atlético y los del Riazor Blues, que provocó la muerte de “Jimmy”, un seguidor del Deportivo de 43 años con dos hijos, hablaron el doctor en psicología de la Universidad Carlos III de Madrid, Guillermo Fouce, y Patricia Ramírez, psicóloga de salud y deporte, para explicar qué pasa por la cabeza de los radicales cuando se ensartan en hechos violentos o vandálicos.

Una desvirtuada escala de valores, el deseo de encajar en el grupo y la búsqueda de poder, son algunos de los factores mentales que llevan a los más radicales a la violencia extrema para conseguir sus fines.

“Se animan y retan unos a otros hasta llegar a hacer cosas que no se atreverían a hacer solos. El colectivo reparte beneficios entre los más violentos, de tal manera que el que muestra mayor violencia tiene un estatus mayor”, remarcó Fauce.

“Lo que causa la violencia es una falsa creencia de cómo defender a tu equipo (causa, ideal, grupo…), que no se frena en la brutalidad y anula la individualidad para crear una voluntad común, fácil de seguir sin hacerse preguntas”, resaltó Patricia Ramírez.

La espiral de violencia, explicó la psicóloga, parte de la necesidad de contrarrestar con agresividad la inseguridad o las frustraciones; problemas de autocontrol que impiden al cerebro activar los mecanismos que diferencian entre lo que se desea y lo que se debe hacer; carencia en el sistema de valores y confusión bien/mal; además de trastornos antisociales de la personalidad.

Los rasgos de uno de estos trastornos, la psicopatía, permiten entender cómo una persona puede actuar de forma violenta contra otra debido a problemas como la falta de empatía, la impulsividad o la búsqueda de riesgos y desafíos, añade.

Aclara la especialista en salud y deporte que “detrás de la violencia se pueden encontrar trastornos de la personalidad, pero ello no la justifica”.

Para obtener poder a través de la violencia no solo es necesaria la fuerza bruta, sino también la organización y predisposición para cometer estas agresiones, lo que lleva a diferenciar dos tipos de actos violentos: La violencia planificada o predatoria, en la que se prepara una determinada situación para hacer daño, y la conducta violenta espontánea, relacionada con el estado individual de cada persona.

Fouce advierte el papel facilitador que en estas acciones ejercen el alcohol y las drogas, a lo que Ramírez añade: “La actuación de estas sustancias en el lóbulo frontal, donde se encuentran los límites y las normas sociales, permiten a una persona ser más graciosa, pero también aumentar la agresividad en un individuo violento”.

Aunque este tipo de conductas se suelen relacionar con personas jóvenes, la participación de adultos en actos violentos puede estar ligada a la dificultad para escapar de la dinámica de grupo o la necesidad de dar ejemplo como líder del mismo.

Por ello, aunque estos comportamientos se diluyen con la edad, según explica el doctor Fouce, “algunas personas se convierten en dirigentes que suelen actuar en segunda línea para guiar a los jóvenes violentos”. En todo caso, agrega Ramírez, “tener hijos y una determinada edad no te da ni la madurez ni los límites”.

El objetivo, señalan estos dos expertos, no solo es trabajar con estos radicales la empatía, sino romper su creencia de que lo que están haciendo está bien y eliminar la vinculación de la agresividad a la percepción de beneficios en la sociedad, uno de los cuales sería que la gente haga lo que ellos quieran debido al miedo que provocan.

REGENERACIÓN POLÍTICA SÍ PERO SOBRE TODO REGENERACIÓN MORAL

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El cóctel de relativismo y economicismo ha sustituido las convicciones morales por meras convenciones sociales.

Chateaubriand mantuvo un juicio sereno sobre la Revolución Francesa, a pesar de haber sufrido en propia carne los excesos de aquella revuelta que cambió la fisionomía
de Europa.

El escritor y político francés sostiene en sus brillantes ‘Memorias de Ultratumba’ que aquella revolución no se gestó en ningún libro o persona concreta, sino en una sociedad que avanzaba al mismo tiempo hacia las luces y hacia la corrupción. “Por eso –añade–, pueden verse en la Revolución Francesa tantos principios excelentes como consecuencias funestas. Los primeros derivan de una teoría ilustrada, las segundas, de la corrupción de las costumbres”. Pero la sentencia de Chateaubriand va todavía más lejos en su análisis al concluir que las razones más profundas estaban en una “incomprensible mezcolanza de crímenes injertados en un tronco filosófico”.

Ese ‘tronco filosófico’ del que habla el genio francés no ha cambiado, solo ha evolucionado hasta la actualidad y así nos brilla el pelo (o la calva). En ese tronco coinciden con igual fuerza y desde hace tiempo dos males: el relativismo moral y el economicismo. Es complejo saber cuál es peor, pero en cualquier caso, es francamente difícil plantear cualquier regeneración política si se dan la mano, que es exactamente lo que está sucediendo en la actualidad.

El relativismo, por un lado, ha provocado un vaciamiento generalizado de las convicciones. Dudar de que la verdad existe, que en eso consiste el relativismo, lleva en primer lugar a destronar la verdad (o a dudar de todo) y en segundo término, a inventar otra verdad más cómoda y complaciente, aunque sea falsa y comprometa la conciencia. Es precisamente lo que ha puesto de moda el relativismo imperante en Europa desde mitad del siglo XX –especialmente desde el Mayo Francés–, aunque el tronco filosófico se remonta, nada más y nada menos, que a Descartes y a su ‘duda metódica’. Eso para otro día. Y ha calado hasta los tuétanos, no solo en la política, sino en todos los rincones sociales.

Vayamos a lo práctico, que se entiende mejor. Sin una verdad es muy complicado defender cualquier cosa, también los valores morales. Y sin valores morales tampoco se sostienen los principios. ¿Para qué tener convicciones si no se apoyan en nada verdadero? Ni el esfuerzo ni la virtud tienen sentido en una vida imbécil. Tampoco defender la vida, vaya por Dios, si es más fácil liquidarla en un plazo o con una excusa porque el niño no se ‘entera’. Eso es el aborto, ni más ni menos, a pesar de todas las chorradas que se escuchan y solo una minoría se atreve a denunciar. ¿O son muchos pero temen decirlo? ¿Qué otra cosa si no justifica el hedonismo como principio vital? Y así un largo etcétera.

Pero es precisamente ese mismo relativismo moral el que nos siguen ‘vendiendo’ desde todos los ángulos –también el político– como el mejor salvoconducto intelectual para superar el ‘mal radical’ que implican las verdades absolutas. El pensamiento político, tan acomodaticio él, juega con el mismo pensamiento débil en el que se escudan los intelectuales de lo fácil, cuya doctrina impregna tantos libros, llena programas enteros de televisión, contamina muchos guiones de películas y sirve de puesta en escena en las obras de teatro. El fin es el mismo: evitar que el atormentado hombre actual, que ya no cree en nada, pueda vivir sin problemas en su feliz tránsito para recuperar la ‘inocencia perdida’.

Esa es la razón de que tantas convicciones que se apoyaban en ‘valores de siempre’ hayan acabado en meras convenciones sociales. Se trata, a lo sumo, de aparentar que uno es bueno, no de serlo de verdad. Esto último cuesta demasiado y estamos aquí para otra cosa.

El otro foco de infección social es el economicismo, como apuntaba previamente, que no es otra cosa que dar tal primacía a los criterios económicos, que todo queda relegado a ellos. La economía, está claro, es importante, pero no tanto como para anular lo demás: representa proporcional y cualitativamente muy poco en las aspiraciones humanas. Basta con observar las asignaturas de bachillerato para hacerse una idea.

El excesivo peso de los factores económicos, por tanto, es una contaminación más en una sociedad que funciona a duras penas desde el punto de vista ético. Como decía el filósofo francés del misterio, Gabriel Marcel, en una de las frases que le ha hecho célebre, “es más importante el ser que el tener”, lo que no quiere decir que no haya que tener. Desde ese punto de vista, sí se podría hacer un elogio de la riqueza, nunca un fin sino un medio. Ahora bien, de ahí al pensamiento de Thomas Jefferson, que sostenía que “el principio de las naciones fuertes es el dinero, no la moral”, hay un trecho de vértigo.

Mezclen ese cóctel de relativismo y economicismo y tendrán una realidad bastante aproximada de lo que sucede en la actualidad en la sociedad. Quizá se vea entonces con más relieve la necesidad de un rearme moral, del que depende en última estancia la regeneración política.

El economicismo y el relativismo muestran en el fondo un miedo atroz a instalarse sobre verdades estables y principios firmes. El hombre contemporáneo huye de la verdad como de la pólvora por una razón muy sencilla: la verdad compromete. Es la principal razón para el escudo de la duda (que no deja de ser otra forma de conformismo). Y paralelamente, todo responde a un sistema apañado para la codicia, en la que se nutre la corrupción. Relativismo y economicismo son dos arterías de un mismo tronco filosófico: sustituir el bien y el mal, la dignidad y la degradación, lo verdadero y lo falso, no por lo que el hombre o las cosas son establemente, sino por la conveniencia del momento.

Claro, todo esto, que es muy preocupante en el ámbito social, se traslada también al ámbito político (y del político al social). Pero no lo duden, de esos polvos vienen estos lodos, como dice el refrán. Han aparecido numerosos casos de corrupción política, es cierto, pero alimentados sin duda desde el mismo vaciamiento moral que se ha instalado en la sociedad desde hace tiempo y que alimentan los propios dirigentes políticos.

Me quedo para concluir con otra frase de Chateaubriand, esperanzadora: “Los momentos de crisis redoblan la vitalidad de los hombres”.
Fuente: Hispanidad.com. Extracto de “Regeneración política, sí, pero sobre todo regeneración moral“.

Una Responsabilidad Compartida

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Les deseo a todos los queridos miembros de la familia Miraflores que el 2015 sea el mejor de todos los años: lleno de bendiciones de Dios Nuestro Señor y de la Santísima Virgen María.

El año que se va ha sido crítico para todos los mexicanos, ya que –unos más y otros menos, pero todos– padecemos los agobios de una sociedad convulsa y confusa que a fuerza de voluntad, construye su futuro. El 2014 nos ha traído una larga cauda de lecciones en lo personal y como sociedad. Ha sido un año complejo, particularmente difícil para las víctimas de hechos criminales, sus familias, las autoridades, y para el presidente y el gobierno, en general; pero ellos no son ni deben ser los únicos que carguen con el peso de esta dificultad. Algo nos toca a todos.

Cierto que estamos hartos de tanta injusticia, del odio y la violencia, de la corrupción y la inseguridad, de la deshonestidad y el abuso, de la torpeza y la impericia, pero también de tanta cobardía y desgano, de tanta pereza y apatía, de tanta gente buena que reprocha, mueve la cabeza, se lamenta y se voltea para que no lo molesten, de tanto pesimismo y de no hacer nada más allá de hablar. Es muy fácil criticar y destruir, descalificar sin ton ni son, u ordenar el universo frente a una taza de café. Eso lo hace cualquiera y motivos no le faltarán, pues nuestra realidad se los da a destajo.

El país es cuestión de todos, no es asunto solo del gobierno. Lo vamos haciendo cada día con lo que pensamos, decimos y hacemos. Así de simple; ¿quieres soluciones? pues aporta buenas ideas; ¿quieres menos violencia? pues que tus palabras lo busquen; ¿quieres un mejor país? comienza por ti mismo. No es una cuestión de ideología o de partido, es una actitud personal, un compromiso, más grave aun para quienes tenemos contacto con las generaciones jóvenes.

En el ideario de los Colegios Miraflores se subraya la importancia de la formación en valores humanos y cristianos para formar personas atentas a su responsabilidad como núcleos y motores de una sociedad más justa y mejor. En suma, personas que se asusten menos y hagan más. Esa es nuestra respuesta institucional a estos momentos de crisis, y nuestra apuesta a futuro por el país; un futuro que construimos desde ya con cada pensamiento positivo, con cada palabra provechosa y cada acción comprometida. Y eso no depende de nadie más que de nosotros mismos.

Cultura del encuentro vs cultura del descarte

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“A mí no me preocupa el qué dirán”, “Si la gente me critica es su problema”… Los chavos siempre se han caracterizado por ser rebeldes, por ir en contra del sistema, por estar a la defensiva. Estas reacciones son un estado natural conforme a la esencia de la juventud, raro sería que estuvieran de acuerdo con todo lo que el mundo les dice que hagan o que les obliga a realizar. La rebeldía de la juventud es una reacción normal ante la autoridad, sin embargo, es importante mencionar que no es culpa de los chavos, sino de aquellos que imponen las reglas sin pensar en un encuentro personal con quienes se supone deben de cumplirlas.

No logramos que el Mundo sea un lugar de bienestar porque las normas las aplican los adultos, que muchas veces pasaron por una juventud de dolor o de incomprensión, y curiosa ironía ellos repiten lo que justamente detestaban en sus años mozos. ¿Por qué se da este fenómeno? Le llaman los expertos en sociología y psicología la disonancia cognitiva, que es aquella que nos hace creer que si lo que  vivimos a pesar de haber sido difícil, no nos dejó “tan mal”, entonces quiere decir que debe de ser bueno. Ejemplo de ello, es el divorcio exprés que nos lo venden como una necesidad imperiosa para lograr que las partes de un matrimonio logren deslindarse de sí con facilidad. Pero ¿en realidad esto le conviene a la sociedad porque un grupo de adultos decidió que no estuvo tan grave cuando sus padres se separaron? – Justificar las propias experiencias de vida es normal y es necesario para no morir de tristeza, no obstante querer imponer leyes generales que institucionalizan la disfunción, a quienes comienzan a transitar por esta vida, es injusto.

Ahora, el ejemplo puede ser detonante de muchas discusiones, sin embargo no es mi intención, sino que más bien es comprender la razón por la cual esta disonancia cognitiva puede darse. Es decir, ¿por qué tanta gente que ha crecido con dolor en su vida, siendo presa de la cultura del descarte, quiere imponer lo que ha vivido, a las nuevas generaciones confundiéndolas y haciéndolas creer que porque es legal es correcto o es lo mejor para el bienestar social?

La cultura del descarte tanto como la dictadura del relativismo, ambas extremistas, la primera tacha a quienes no cumplieron las normas morales y la segunda quiere liberalizar a la sociedad, lesiona mucho el alma de las personas, creando un hoyo negro de identidad. Una crisis en la que nos hemos sumido desde hace décadas, arrastrados por ideologías que son armas letales que hieren las almas de la humanidad.

La propuesta para que no haya confrontación entre adultos y jóvenes, entre ideas y principios es una cultura del encuentro, en donde cuerpo a cuerpo nos relacionemos como sociedad. En la cual nos propongamos ponernos en los zapatos del otro, y no solo eso, sino que ir al encuentro conversando con aquellos que tienen el alma dolida por ese descarte que los ha tachado por sus conductas o mutilado espiritualmente por el relativismo que los ha hecho pensar que no hay una verdad. Un encuentro que nos ayude a tomar decisiones libres, brindándonos felicidad buena, bella y verdadera y no solamente alegría momentánea que es pasajera y al final, es la responsable de las decisiones de inmediatez que caracterizan a la juventud (y adultez) del siglo XXI.

Alejandra Diener

Coordinadora de la Maestría en Ciencias Humanas

Universidad Anáhuac México Norte

alejandra.diener@anahuac.mx

Hicimos historia

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Como todos sabemos, la Selección Mexicana quedó fuera del Mundial de Brasil 2014 al enfrentarse a la Selección Holandesa.

Al igual que muchos, yo creía que no llegaríamos más allá de la fase de grupos, después de la penosa actuación de nuestra Selección durante las eliminatorias del Mundial y por el hecho de depender de los Estados Unidos para llegar al repechaje, a ver si así pasábamos y obteníamos la clasificación que más de 120 millones de mexicanos exigíamos. Lo exigíamos porque, ¡qué vergüenza que nuestra selección no llegara al Mundial! Pero lo logramos, o mejor dicho: LO LOGRARON.

Lo lograron los seleccionados mexicanos que fueron los que se partieron el alma para conseguir la clasificación y así tener felices a muchos millones de mexicanos. Pero no solo ellos, también el cuerpo técnico. Personalmente, siento que la FEMEXFUT tomó la decisión correcta al fichar a Miguel Herrera como Director Técnico de la Selección (y ¡NO!, no le voy al América; ¡se los juro!).

Siento que “El Piojo Herrera” llegó en el momento adecuado a dirigir a la Selección, para motivarlos, unirlos y hacer que se partieran el alma en la cancha, y no solo eso, también llegó para hacer creer a esos 120 millones de mexicanos que nuestra Selección podía lograr más de lo que las estadísticas nos decían.

Y sí, fue una lástima lo que pasó frente a la selección holandesa. Yo, entre millones de mexicanos, lloré con esa derrota. Pero ahí no se queda. ¡NO! No basta la típica frase del México conformista de siempre: “Ya merito”, ni la super repetida: “Jugamos como nunca y perdimos como siempre.” ¿Eso de qué nos sirve?

Perdimos y no llegamos al quinto partido del Mundial. Basta ya de buscar excusas, de culpar a alguien más, de decir que si gana la Selección ganamos todos, pero si pierde es SU culpa y nadie más tiene vela en el entierro. ¡BASTA YA! Es NUESTRA Selección y nuestro orgullo. Yo sí estoy MUY orgullosa de ellos.

Llegaron al Mundial con pocas expectativas. Mucha gente decía que seríamos la burla del Mundial, que si necesitábamos la ayuda de Estados Unidos hasta en el futbol, no merecíamos estar ahí. Pero nuestros seleccionados superaron las expectativas y dejaron con la boca abierta a más de la mitad de los mexicanos. Nadie daba un peso por esta selección y nos hicieron creer.

No me considero una persona experta en futbol, pero en este Mundial nuestra Selección dio de qué hablar y demostró de lo que es capaz. Supieron frenar a uno de los rivales más fuertes del mundial, Brasil, y en ese partido nos dieron en Guillermo Ochoa a un héroe nacional e hicieron que la Selección Holandesa se ajustara a nuestro ritmo del futbol.

Como lo leí más de una vez en Twitter (o Instagram, o Facebook; escojan la red social que prefieran): “México no perdió el Mundial. El Mundial perdió a México. Se fue la mejor afición del mundo.” Y eso es verdad, México se fue con la cabeza en alto. Demostró que sí valen y como dicen por ahí, ¡ni modo!, a limpiarse la lagrimita y a mirar hacia el frente, que la vida sigue.

Muy fácil hubiera sido que al terminar el partido todos nos hubiéramos cambiado la playera y siguiéramos nuestro día como un domingo normal, pero no fue así. Me pude dar cuenta de cómo – gracias al Piojo y a la Selección– muchísima gente siguió con la verde (la blanca, la negra o la roja; la que prefieran), apoyando a los seleccionados a pesar de haber sido eliminados del Mundial. Y eso es lo que más admiro de nosotros los mexicanos, que a pesar de haber tenido una actuación de las peores en las eliminatorias, los aficionados estuvimos ahí APOYANDO SIEMPRE, y eso es lo que más motiva a nuestra Selección.

Sabemos que de los errores se aprende y me queda claro que la Selección no se quedará “estancada”, mejorarán para demostrar en Rusia 2018 de qué estamos hechos los mexicanos.

A mí no me queda nada más que agradecerles por haberse partido la espalda, por poner el nombre de México en alto, por arriesgarlo todo para ganar y hacerme creer de nuevo en mi Selección Nacional.

Su actuación durante este Mundial no consistió en nada diferente a dejar el alma en la cancha. No quisieron defraudar a su afición mexicana y no lo hicieron. No nos defraudaron, nos hicieron creer e hicieron historia. Fueron los guerreros, los grandes, los ganadores. ¡Gracias, muchísimas gracias!
Fuente: http://inesperadamentefantastico.wordpress.com/author/mexicanaycabrona/

Carta de Einstein a su hija

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Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad, también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo. Te pido aun así que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación:

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y que aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Esta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser siente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.

Tu padre

A finales de los años 80, la hija del célebre genio donó 1400 cartas a la Universidad Hebrea. Einstein indicó que no se hiciera público su contenido hasta dos décadas después de su muerte.

Fuente: kamalatelb.blogspot.com

El machismo se transmite en el hogar

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Vivimos en una sociedad moderna en continuo progreso, pero seguimos educando hijos machistas. ¿Cómo podemos evitarlo?

Es incuestionable el importante papel que juega la familia en la formación de todo ser humano. Como padres tenemos una influencia grande durante la crianza de los hijos. Los mensajes que les damos los asimilan de tal manera que comenzarán a formar parte de su educación, de su manera de ser y de ver la vida.

Naturalmente, hombres y mujeres tenemos diferencias que nos caracterizan, como la intuición, la capacidad lógica, la racionalidad, la fuerza, etcétera. De una generación a otra se transmiten tradiciones, costumbres y roles que, a veces, se pueden llamar machistas. En general, se prepara a las niñas para las tareas de la casa y a los niños para enfrentar el mundo externo; a las niñas se les educa para ser más dependientes y se les permite expresar sus emociones. Por otra parte, se desconocen las necesidades del hombre en el mundo afectivo porque se le ridiculiza al expresar sus emociones y se le dice que el llorar es asunto de niñas.

Cuando una madre tiene hijos de ambos sexos, en muchos casos les enseña y espera de ellos cosas distintas. Citemos un par de ejemplos: a la niña se le demanda que ayude a la madre con los quehaceres de la casa y al hijo se le deja hacer lo que quiera; o se apoya a este para que termine los estudios y a la hija se le apresura para que abandone la escuela y continúe ayudando en la casa o forme su propia familia. Allí se está enseñando que solo el hombre tiene la capacidad de graduarse y que la mujer tiene su límite en el hogar; se están forjando mujeres que al llegar a la adultez, pensarán que solo son buenas para estar en la casa y atender al marido, y a los hombres para ser atendidos. Los hijos e hijas pueden llegar a no aprender a hacer las cosas básicas para funcionar de manera independiente o a asumir actitudes rebeldes al darse cuenta de que no existe equidad entre hermanos.

Si la mujer es comedida y le gusta complacer al esposo, está bien, pero no a tal grado de que el marido no se levante a buscar sus zapatos o a prepararse de comer. Se considera asimismo un extremo si la mujer no tiene idea de lo que significan los gastos de la casa, ignore el salario del marido o las finanzas del hogar.

A pesar de la influencia que los padres tienen en sus hijos e hijas, no significa que estos se convertirán en adultos con tendencias machistas. Cada uno tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar esas enseñanzas en su propia vida, o hacer los cambios que necesite. Hoy los roles de las madres y padres están mucho más combinados que en el pasado. Hay cambios impulsados por las circunstancias económicas y el mismo desarrollo social, donde la esposa es la que sale a trabajar y el esposo es el que se hace cargo de la casa y de los niños. No es inusual ver a familias en las que los dos esposos estudian o trabajan. Allí se empieza a ver una necesidad de flexibilidad en los roles tradicionales para que entre los dos cónyugues compartan los deberes y responsabilidades del cuidado de los hijos, la casa y las finanzas.

El problema empieza cuando un esposo o la esposa se ha criado en un hogar machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y de ayudar con los deberes de la casa. Citemos un ejemplo: la esposa que ha trabajado fuera del hogar, al igual que su esposo, y regresa a la casa con la encomienda de que ella es la única encargada de limpiar y cuidar de sus hijos, o el caso opuesto, el esposo que no cuenta con el apoyo de su esposa con los gastos de la casa.

¿Qué podemos hacer como padres para no caer en una crianza donde exista el machismo y haya equidad entre los hijos varones y mujeres?

  1. Enseñar tanto a los hijos como a las hijas las diferentes tareas del hogar, como cocinar, lavar los platos y el automóvil; cortar el césped, barrer y trapear, etcétera.
  2. Rotar las asignaciones de las tareas del hogar entre todos los integrantes de la familia.
  3. Mantener una actitud positiva y de aliento al hacer los deberes del hogar.
  4. Elaborar una serie de reglas al interior de la casa que todos deban cumplir.
  5. Proyectar con justicia y equidad lo que se espera de los hijos de ambos sexos.
  6. Apoyar a los hijos e hijas en sus estudios y animarlos a que obtengan un título y a que desarrollen sus talentos.

Es importante que desde la niñez hasta que son mayores de edad, los hijos e hijas aprendan y desarrollen las habilidades necesarias para cuando llegue el momento, sean responsables en lo tocante al funcionamiento de su propia casa y, al mismo tiempo, al mantener una relación equitativa y de solidaridad con los miembros de la familia que está formando.

Al combatir el machismo en el seno de la familia se contribuye a erradicarlo de la sociedad para hacer de esta un lugar en el que todas las personas, mujeres y hombres, puedan desarrollarse en un clima de respeto y equidad.

Fuente: Familias.com – La educación en el hogar inhibe el machismo