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El temor como síntoma

Vivimos en un mundo globalizado, quizá una de las expresiones más oídas en los medios de comunicación, que pocas veces reflexionamos. Nuestro actuar personal en sociedad está condicionado por las influencias externas mucho más de lo que pensamos.

Por Alejandro Robles Arias

En su libro Next, Alessandro Baricco narra un ejemplo magistral de cómo actúa esto.

Imagínate un sábado por la tarde caminando tranquilamente y disfrutando del día, de pronto, aparecen cuatro personas (no más, cuatro) corriendo como desesperados en dirección contraria a ti, gritando. 

En ese momento te pasan dos opciones por la cabeza: o son unos locos o han visto algo terrible que tú no. Si optas por la primera, continuarás con calma tu paseo; si escoges la segunda te unirás al grupo de los que corren y gritan desaforados.

Mientras piensas en esto, algunas personas con una toma decisión más rápida que la tuya, ya están corriendo. Los cuatro se han convertido en veinte.

Tu cerebro trabaja y comienza a decidirse por la huida, es increíble cómo influye en ciertos ambientes, lo que hacen cuatro o veinte seres humanos y no las mil personas que tienes a tu alrededor. 

Seguro que el hecho de que tú te unas (antes o después) al grupo de los que corre terminará influenciando a algunos indecisos que aún no deciden qué hacer. 

Si alguien un poco más centrado te preguntará: ¿Por qué corres? Probablemente dirías: todo el mundo huye. Lo cual, ya vimos, está lejos de la realidad.

Fue inevitable pensar en este gran ejemplo, al ver las filas de personas en los supermercados dejando vacías las estanterías no sólo de comida, sino de artículos que distan de ser prioritarios como el papel de baño o la pasta de dientes. 

Lo único más contagioso que cualquier virus es el miedo. 

Lo grave del coronavirus no es sus efectos per se en la población, sino la sensación de temor y pánico que impregna en la sociedad que saca a relucir actitudes como la xenofobia o el miedo al otro, siendo en realidad el COVID-19 uno de los síntomas de la verdadera enfermedad que desarrolla la sociedad del siglo XXI.

Algunos casos racistas han trascendido los medios: personas asiáticas golpeadas en Italia solo por el hecho de serlo o casos tan inverosímiles como el de Turkish Airlines negando el embarque a su avión de dos turistas españoles en Irán, pero no de los pasajeros turcos. El mejor ejemplo de que la nacionalidad no dice otra cosa que confirmar el prejuicio de quien le otorga importancia.

Como diría Albert Camus: el mal en el mundo, proviene casi siempre de la ignorancia.

¿Cómo se combate la ignorancia? Con ciencia y evidencia. 

¿Es un tema de importancia? Desde luego, porque todo se posponer, re agendar y comprar después, excepto la salud.

Así que debemos actuar como sociedad responsable, atender a las indicaciones de las autoridades y extremar precauciones. No basarnos en publicaciones de Facebook o cadenas de WhatsApp, sino en información oficial.

¿El gobierno es inepto? Bien, exijámosle que cumpla con sus obligaciones, pero que en nosotros quepa la cordura de hacer las cosas con sentido común y acercarnos a las medidas higiénicas que todos conocemos.

Perdámosle el miedo a la enfermedad no por ingenuidad, sino porque paraliza y lleva a realizar acciones sin sentido y lejos de la realidad como el ejemplo que plantea Baricco. 

Evidentemente en situaciones como esta, promover la escasez de alimentos u otros productos acaparando de más, simplemente nos planteará más problemas que resolver del principal.

Así que como sociedad nos toca madurar, actuar con seriedad y con información veraz.

Hemos sido testigos de cómo ante situaciones graves la sociedad de nuestro país ha actuado de gran manera ante fenómenos naturales, ahora nos enfrentamos a un nuevo reto, porque no es “visible” hasta que a uno mismo o alguien cercano adquiere la enfermedad. 

De los jóvenes se requiere una consciencia especial de acatar el aislamiento social y cuarentena. No tanto por sí mismos, sino por los miembros más vulnerables de sus familias y de la comunidad.

Acabar este texto con una inyección de entusiasmo vista en el mundo me parece lo más oportuno: ciudadanos italianos alentándose desde los balcones de sus casas cantando, bailando y tocando música para darse ánimos en estas semanas tan difíciles.

En España algunos jóvenes han puesto letreros en los edificios donde viven, ofreciendo a los adultos mayores hacerles el mandado a fin de que ellos no tengan salir al exterior.

Varios escritores han regalado sus libros electrónicos para estos días de cuarentena. Varias instituciones culturales han colocado en livestream conciertos para que sean disfrutados de forma gratuita.

Si bien no existe hasta el momento una medicina específicamente para el COVID-19 lo que si podemos hacer todos es tomar una buena dosis de empatía y solidaridad, juntos saldremos adelante. 

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