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La dramatización en los trastornos de alimentación

La dramatización y el teatro constituyen herramientas de gran valor para el tratamiento de un fenómeno al alza: los trastornos de la conducta alimentaria. Así, en este artículo planteamos el papel que puede jugar la dramatización en los trastornos de alimentación.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o de la alimentación están a la orden el día. Al menos, así lo reflejan los diversos estudios llevados a cabo sobre la materia.

Por ejemplo, en un estudio realizado en 2014 por Álvarez, Bautista y Serra (2014), se observaron, de entre un total de 1340 jóvenes de entre 12 y 20 años, resultados preocupantes. Así, frente al fenómeno, hoy hablaremos de la dramatización en los trastornos de alimentación.

No solo un 4,11 % de esos participantes cumplía los criterios diagnósticos para un TCA, pero un 27,42 por ciento se encontraba en riesgo. Por ello, las intervenciones para los TCA se postulan como especialmente relevantes para la salud general. En este artículo, presentamos la dramatización en los trastornos de alimentación como una herramienta para su abordaje.

Las técnicas que se presentan a continuación forman parte de una aproximación gestáltica y psicodramática. En ellas, la persona con TCA puede incluir su cuerpo y su capacidad imaginativa para tratar de conseguir el final del conflicto entre su mente y su estómago, sus brazos, sus piernas o su cuello.

El valor de la dramatización en los trastornos de alimentación reside en que la persona puede valerse de aquello que más teme para el desarrollo de las diversas técnicas; es decir, su cuerpo. Por tanto, se huye de terapias cuya herramienta principal es la verbalización, aproximándonos a aquellas donde el cuerpo es un elemento imprescindible.

Role-playing: tu personaje no es perfecto, y tú tampoco

Para explicar la utilidad de la dramatización en los trastornos de alimentación a través del role playing se expondrá un estudio de Pellicciari, Rossi, y Iero(2013), llevado a cabo con jóvenes hospitalizados con anorexia nerviosa (AN) y bulimia nerviosa (BN). En ese estudio, se pretendió que el sujeto eligiera un personaje cualquiera, sobre el que tenía que encontrar tanto similitudes como diferencias con él mismo.

Esto facilitaba la expansión del repertorio de sus emociones y roles. Además, se le pidió que desarrollase a su personaje no solo en la sesión terapéutica; durante su estancia hospitalaria, a través de la ayuda de los enfermeros y trabajadores. Esto permitía al sujeto salir un poco de la esfera de obsesión por la comida, convirtiéndose, a priori, en un entretenimiento.

Después, se le pidió a la persona que desarrollase una escena de su personaje delante de un público, que solían ser sus compañeros, y en la mayoría de los casos se observaba un descenso de la necesidad de perfeccionismo y una mayor espontaneidad. A través de los aplausos de sus compañeros, se daba un feedback inmediato de felicidad y satisfacción.

La representación teatral de comedias puede ayudar al sujeto a aceptar el hecho de que existen momentos y comportamientos impredecibles e imperfecciones que solo admiten la aceptación. También le enseña a asumir el error como un elemento natural. En este estudio, todas las sesiones acababan con un grito grupal que, según los autores, ayudaba a las personas a liberar la voz interna que no se había expresado.

Ejemplo de roleplaying: el Señor Dulce y el Señor Salado

Como ejemplo de esta técnica, tenemos el de un chico de quince años diagnosticado con una anorexia nerviosa muy severa. Durante su estancia de seis meses en el hospital, no podía probar la comida salada ni la comida sólida. Lo único que comía eran suplementos líquidos de comida, miel, fruta y zumos.

En un role playing, se creó una escena como de un talk-show, donde los invitados eran el Señor Dulce y el Señor Salado, la Señora Semisólida, y el hermano imaginario del chico, al que le encantaba la comida sólida y la sal. El chico fue entonces capaz de recibir respuestas de sus siempre presentes objetos fóbicos, permitiendo el diálogo con sus voces internas.

Esta técnica permitió al chico expresar sus miedos de una manera mucho más espontánea. Ya recuperado, aseguró que esta experiencia teatral fue importante en su decisión de someterse al plan terapéutico y médico para su recuperación.

Técnica del espejo: mírate con mis ojos

Izydorczyk (2011) llevó a cabo la técnica del espejo con un grupo de personas con BN, compuesto tanto por mujeres como por hombres. La técnica incluye la participación de otro miembro del grupo que tiene que copiar exactamente las posturas, gestos y palabras a medida que van apareciendo en la sesión

El protagonista observa su propio comportamiento al ser reflejado por la otra persona, adoptando la llamada posición de un miembro de la audiencia, de un mero observador, y su papel en el escenario es actuado por otra persona, un doble.

Se ha visto como la técnica del espejo es un instrumento terapéutico efectivo en el proceso de liberación de emociones reprimidas de “rebelión”, como puede ser el enfado o la ira, y otras emociones que normalmente los jóvenes temen o desconocen en el plano consciente.

Técnica de la duplicación: hablo por ti para que por fin hables

La técnica de duplicación es parecida a la técnica del espejo. En este caso, es el encargado de la terapia, o el psicólogo, el que adopta la postura física del protagonista y trata de entrar en su mundo interior, hablando como si fuera los pensamientos y sentimientos internos del sujeto con BN o AN

Así, el encargado se convierte en la voz interna que el protagonista preferiría que estuviera oculta o callada. 

Esta técnica está diseñada para apoyar al protagonista, pues estimula una respuesta. También incluye la confrontación, pues lleva al sujeto a expresar sus emociones y conflictos; y revela a su vez las emociones ambivalentes del protagonista

Lo que el encargado hace es ayudar al sujeto a profundizar en los mecanismos psicológicos subyacentes a los síntomas bulímicos que el protagonista sufre. 

Por último, la técnica de duplicación ayuda a la persona a tener consciencia del peso de sus emociones negativas. El mismo que en numerosas ocasiones incluye sentimientos de vergüenza por su propia debilidad, además de un miedo intenso a ganar peso.

Técnica de la realidad suplementaria: el mundo a tu manera

La técnica de la realidad suplementaria —que se aplica con frecuencia en el psicodrama— brinda al sujeto la experiencia emocional correctiva que éste deseaba en su vida; pero que no tuvo la oportunidad de experimentar por los déficits emocionales en su familia. 

Con esta técnica se invita al individuo a entrar en una escena irreal e imaginaria de su vida, y que represente lo que nunca tuvo lugar, pero que hubiera querido que pasara. Se le indica que deshaga lo que se hizo, y que haga lo que tiene que hacerse. Por ello, la realidad suplementaria trasciende los límites del mundo real del protagonista.

Es una recreación de una situación traumática donde el protagonista puede llevar a cabo una acción correctora, y permite ir cerrando esos momentos traumáticos.

La dramatización en los trastornos de alimentación permite llegar a sitios a los que la terapia verbal muchas veces no llega. Es capaz de dar voz al diálogo interno que las personas con TCA no son capaces de expresar; tratar de reconciliar a éstas con su propio cuerpo; trabajar elementos tan importantes en la génesis de estos trastornos como pueden ser el perfeccionismo; además de sacar a las personas de un contexto hospitalario y terapéutico que muchas veces puede convertir a la intervención en algo aversivo para ellos.

La dramatización busca el insight y la mejoría a través del llanto, de la risa, del alejamiento de la zona de confort, tratando de que la persona olvide el peso, las reglas de medición, las agujas y el miedo a comer y engordar.

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