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Pandas mexicanos

La actual protección de los osos panda es un ejemplo de conservación a nivel global. Recientemente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza rebajó el estatus de la especie de “peligro de extinción” a “vulnerable”.

La hazaña ha sido posible por las acciones en dos campos distintos: en la naturaleza y en los laboratorios. En el primer caso destaca la mano dura de las autoridades chinas con el cuidado del hábitat natural del panda en la provincia de Sichuan, penas severas contra la caza ilegal e involucramiento de las comunidades rurales con programas de turismo ecológico. 

De forma paralela, se ha logrado la reproducción exitosa en cautiverio para llevar a los ejemplares paulatinamente a reservas naturales para ser, finalmente, puestos en libertad. Estamos hablando de los resultados que brinda la unión de ciencia, gobierno y poblaciones locales.

Sin duda la imagen del panda se ha convertido en un símbolo chino, aunque por extraño que parezca solamente hay dos “nacionalidades” de pandas: china y mexicana. 

Esto último se debe a que durante años el gobierno chino regaló pandas a diferentes países en señal de amistad con nombre de la “diplomacia de los pandas”. No obstante, en los años 80 se reconoció la situación crítica de la especie por lo que cesaron los regalos y se cambió a un modelo préstamo de ejemplares a cambio de dinero.

A partir de ese momento todo panda prestado e incluso sus descendientes continúan perteneciendo a China. De esta forma el país asiático aseguró recursos para programas de conservación y reproducción. 

La situación de los pandas que se encuentran en el Zoológico de Chapultepec es única en el mundo, ya que son los descendientes de los pandas que aún no entraban en el programa de préstamos, por lo que no pertenecen a China.

La Ciudad de México ha sido, literalmente, terreno fértil para los pandas pues de la pareja que China regaló a la ciudad en 1975 han nacido 8 crías de manera natural, haciendo que la familia de pandas mexicanos lleve más de 40 años de historia.

Sin embargo, tristemente tanto Shuan Shuan como Xin Xin serán las últimas dos pandas no chinas debido a que tienen una edad avanzada para reproducirse y no tuvieron descendencia.

Pagar por “alquilar” un panda no es nada barato. El Zoológico Nacional Smithsonian de Washington tiene un convenio de 550,000 dólares anuales por una pareja de pandas, por lo que muy pocos zoológicos del planeta pueden hacer una inversión de esa índole, además del alto costo que supone mantenerlos. 

Siempre existirá el debate de la atención que se le da a estos mamíferos por lo fotogénicos que son y su popularidad entre las multitudes, a diferencia de otras especies que también viven estados críticos y no reciben los cuidados que ameritarían.

A pesar de los obstáculos que se han superado, el futuro de la especie enfrenta otro reto que será el de todos: el cambio climático. Sus efectos dañarían en el 30% del hábitat del oso panda del cual obtiene el bambú, su principal alimento. 

Lo cual nos recuerda que, a pesar de los esfuerzos individuales vivimos en un mismo planeta, una sola casa común que no entiende de fronteras políticas.

Hablar del cuidado de la flora y fauna es algo que hace eco en países mega diversos como el nuestro. Por eso debemos empujar como sociedad los canales adecuados para replicar los casos de éxito con nuestras especies endémicas. 

La extinción de cualquiera de ellas no será un fracaso de un gobierno o una generación en particular, sino de toda la humanidad.  

Por: Arq. Alejandro Robles 
Director de Arquitecturar
www.arquitecturar.mx


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