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El más inesperado encuentro de dos mundos

La CDMX siempre sorprende. Justo cuando creemos haberlo visto todo, surge algo que desafía el límite del asombro. El hecho más reciente, la apertura de la Zona Arqueológica Mixcoac, en la ubicación menos propicia para un hallazgo prehispánico: al lado del Periférico ‒ literalmente debajo de los carriles laterales ‒ frente a una enorme tienda al mayoreo y a la sombra de dos segundos pisos. De hecho, la mejor vista del sitio se logra caminando –indebidamente- por la banqueta del Periférico.

Si bien su ubicación no es propicia, su apertura al público sí lo es. Nos invita a pensar cómo, a casi 500 años de la Conquista, nuestro pasado precolombino aún sigue a flor de piel.  

A casi 500 años de la Conquista, nuestro pasado precolombino aún sigue a flor de piel.”

En el descubrimiento del sitio de Mixcoac se entretejen tres historias. El historiador Francisco Fernández del Castillo informa de la existencia de una estructura en “los llanos de San Pedro de los Pinos” y solicita vigilancia para evitar el saqueo.  Por su parte, el arqueólogo Eduardo Noguera, propone que un montículo divisado en sus recorridos en tranvía es, en realidad, un templo por descubrir. Y tres, Octavio Paz, de niño y con una precoz mente imaginativa, plantea que las piedras que escaladas ese domingo, con sus primos, son, en realidad, una “pirámide”. Las tres versiones coinciden en un punto: Manuel Gamio las escucha y da la orden de iniciar excavaciones en 1920.  

En realidad, la existencia del sitio era sabida desde el Mapa de Uppsala, una joya cartográfica realizada entre 1536 y 1550, que identifica  los puntos principales de la capital de la Nueva España. En él aparece, al sur-poniente, Mixcoat, una serpiente de cascabel color verde con un tocado de nubes, que podría entenderse como la Vía Láctea. Era sólo cuestión de tiempo para que el acero, las varillas y el concreto urbano chocaran contra su pared de adobe, piedra y tezontle. 

Dile adiós a la romántica asociación de “ruinas, vegetación y silencio” y adéntrate, al mismo tiempo, al pasado prehispánico y el tráfico en hora pico. Anímate a vivir una experiencia citadina única.

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