¿Llegó la desaparición del efectivo?

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Pensar en el futuro siempre lleva a fantasear, y el dinero es parte de ese imaginario. Durante buena parte del siglo XX se especuló con tecnologías revolucionarias como autos voladores o robots asistentes personales, pero a excepción de algunos prototipos, la mayoría de estos inventos todavía están solo en nuestra imaginación.

En el caso del dinero, existe una fuerte tentación por erradicar el efectivo. En 2016 la zona Euro reportó un 79% de pagos en efectivo, según el Informe Anual 2017 del Banco Central Europeo. El mismo informe menciona que, en cuanto a montos de las operaciones, el 54% de estas se hizo en efectivo. Aunque las operaciones con medios de pago alternativos son menores, las cantidades que están en juego son altas. Mientras los países desarrollados fomentan el uso de otros medios de pago, una gran parte del mundo sigue viendo al efectivo como un instrumento cotidiano.

Existen varias razones a favor de que ya no se pague en efectivo. Por una parte, la tecnología promete ser más rápida y eficiente. Además existe desconfianza sobre la efectividad de las monedas locales. En México, por ejemplo, prácticamente cualquier evento político importante afecta la equivalencia peso-dólar.

Los métodos alternativos de pago también provocan entusiasmo en distintos mercados, la novedad los vuelve automáticamente atractivos.

Si hablamos de eficiencia, el efectivo parece un medio obsoleto. Fabricar dinero es más costoso a diferencia de los pagos electrónicos que utilizan dispositivos previamente elaborados para otros fines, como los teléfonos celulares. Siempre existe alguna forma de falsificación del dinero en efectivo, lo que obliga a una constante investigación y actualización en sus procesos de manufactura. Los pagos virtuales no están exentos de fraude pero se trabaja constantemente el margen de riesgo.

Para los gobiernos también es más atractivo trabajar con dinero virtual. El comercio informal se escapa de las obligaciones fiscales porque un billete o una moneda son difíciles de interceptar, en cambio, un depósito electrónico se puede rastrear fácilmente hasta llegar a los evasores de impuestos. Claro que, para llegar a este punto se requiere una infraestructura más sólida que la que existe actualmente en la mayor parte del mundo.

Los medios de pago digital son cada vez más populares. Hace 10 años la idea de una moneda virtual era remota y hoy se reconoce a bitcoin como un medio de pago sólido; Blockchain reporta un promedio de 321,119 transacciones diarias con esta moneda. Un alto porcentaje de compras se realizan con métodos más populares como las tarjetas de crédito y débito, porque se les reconocen ventajas de pago sobre el uso de dinero en efectivo.

Si bien el uso del efectivo es innegable, dejarlo en segundo plano no es descabellado. Basta recordar la historia de la tarjeta de crédito, un dispositivo que existe desde la mitad del siglo XX. Su función original era facilitar el proceso de pago y evitar que la persona usara efectivo. La idea surgió durante una cena en que uno de los asistentes olvidó su dinero y tuvo que llamar a sus esposa para poder pagar, como se trataba de un grupo de hombres de negocios esto les dio la idea de crear un producto que evitará esas situaciones bochornosas: la Diner’s club.

Casi 70 años después de su creación la Tarjeta de Crédito sigue siendo una alternativa para evitar las incomodidades del dinero en efectivo. Según el último reporte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), de agosto de 2018, el saldo total de tarjetas de crédito en el país era de 314,900,548,374 pesos. Se pagan grandes cantidades con tarjeta de crédito y aún así, el dinero plástico no ha sido capaz de desplazar a las monedas y billetes; probablemente no lo logrará incluso con la ayuda de bitcoin y otras tecnologías para facilitarf pagos.

El uso de dinero se remonta a la historia de la humanidad. No solo es un medio de pago, sino que a su alrededor existen muchas prácticas difíciles de erradicar. En la moneda corriente se plasman personajes, sin considerar que tener dinero implica también poder “verlo y tocarlo” para generar confianza.

La presencia de una nueva tecnología – por ejemplo el e-wallet que tomará más fuerza en 2019- siempre lleva a considerar la desaparición de la anterior. Son muchos los ejemplos de este error: la televisión y el cine coexisten bien, los libros impresos siguen vendiéndose mientras los ejemplares virtuales se descargan alrededor del planeta, los autos híbridos y completamente eléctricos comparten las vialidades. Aunque la tendencia sea usar cada vez menos el efectivo, lo más probable es que siga ahí por mucho tiempo.


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