Su casa es mi casa

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La Casa Estudio de Luis Barragán en Tacubaya

Para ingresar a los distintos espacios, Barragán diseñó unos accesos paradójicos.

Al principio me desconcertó que, para poder visitar la Casa Estudio de Luis Barragán, fuera necesario solicitar un permiso. Sin embargo, al entrar en ella, el trámite adquirió lógica: para ingresar a la privacidad de una casa se necesita la autorización de su dueño; de lo contrario, violaríamos la intimidad.

Se ingresa, siempre, por la puerta principal a un sobrio vestíbulo, que tiene adjunto un pequeño baño con regadera. Como todo en la Casa Estudio, este baño no es solo un espacio sino un gesto simbólico: es una bienvenida. En la infancia ranchera y
jalisciense de Barragán, antes de ingresar a una casa, los invitados se daban un baño para quitarse el polvo y suciedad del día.

Tras otra puerta se despliega la casa, considerada Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 2004,  cuyo centro es un cubo de doble altura, en el que la luz, el color y los escasos muebles diseñados por el arquitecto, deslizan el ánimo entre la austeridad y el festejo.

Para ingresar a los distintos espacios
Barragán diseñó unos accesos paradójicos: pasillos bajos y profundos, que obligaban al arquitecto, que rebasaba el 1.92 de altura, a agacharse para transitarlos. Dicho por él mismo, inclinarse varias veces al día le ayudaba a conservar su talante humilde. Esta cualidad la transmiten sus espacios, simples y lineales, propicios para la introspección,  sea el antecomedor que Barragán nombraba el refectorio o las recámaras que semejan celdas, cuya única decoración son las ventanas con imponentes vistas al cielo (un cielo que, en 1948, año de su construcción, las  inundaría de azul intenso).

Como es de esperarse, también hay muros amarillos y rosas, colores propuestos por el pintor Chucho Reyes, para contrastar con la blancura de las demás paredes. Pocas obras de arte, la mayoría reproducciones, decoran los muros. Los elementos arquitectónicos, como la icónica escalera, la silla Miguelito y el inolvidable facistol, son  los objetos que secuestran la atención.

Un hermoso jardín poco domesticado complementa este paraíso emocional que, más que casa, es un antídoto contra la urbe y el concreto.

Cynthia Aguirre
Historiadora del arte
El nombre de esta sección, Metaxu, es un término griego que significa “mientras, en medio de o entre tanto”; un lugar a mitad del camino. Es un momento: mientras tanto. Es una persona: intermediario; lo próximo, lo adjunto. Simone Well lo define como un muro que a la vez que separa, comunica. Las exposiciones que invito a ver suceden entre una entrega y otra
cyaguirre17@gmail.com