Demos un vuelco a nuestras vidas

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Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos, espera pacientemente que volvamos a Él.

Nuevamente, con gran rapidez y casi sin darnos cuenta, llega la Semana Santa y con ella la temporada de vacaciones. Y, nuevamente, tenemos la oportunidad de dar un vuelco a nuestra vida. No se trata solo de romper con la rutina, salir de viaje y disfrutar de los días de descanso; se trata, sobre todo, de aprovechar este tiempo para renacer, para volver a empezar.

La Semana Santa es, siempre, un nuevo comienzo. Un camino que nos lleva a la Pascua de Resurrección, o sea, a la victoria de Cristo sobre la muerte que, si así lo queremos, puede ser también nuestro renacimiento personal. Es el tiempo propicio para reflexionar, orar, decidir y convertir nuestra vida en una experiencia de libertad y verdadera felicidad.

Pudiera parecer algo arduo, difícil y poco adecuado para una temporada vacacional, pero no es así. Al contrario, el cambio de rutinas y uso del tiempo favorecen los espacios para estar con nosotros mismos y cerca de Dios; lo único que se requiere es el deseo sincero de hacerlo. Y decir cerca de Dios, es decir cerca de los demás.

La Semana Santa y el tiempo de Pascua son una gran ocasión para abrir nuestro corazón a los demás y reconocer en ellos a Cristo. Abrir la puerta a nuestros hermanos, padres, amigos, vecinos, a cada uno de quienes encontramos en nuestro camino. Cada vida, incluso la animal y vegetal, es un don que merece atención, acogida, respeto, amor. La Palabra de Dios nos ayuda a hacerlo, a abrir los ojos y el corazón para acoger la vida y amarla, principalmente cuando es débil y más necesitada. Su Palabra es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla, tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.

Si la aprovechamos así, esta hermosa temporada recuperará su verdadero sentido, será ocasión de plena alegría, significará descanso y diversión, y podría convertirse en nuestras más felices vacaciones.

M. Salud Conde Nieto

La ruta de la fe

Vayamos como los ciegos, de la mano del Señor que nos marca el camino.
Madre Trinidad