El mexicano prefiere la posverdad

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Por Efraín Kleriga Grossgerge

La cultura mexicana es una cultura divorciada de la verdad. Entre los bienes que puede trasmitir un comunicador, el menos deseado y el mayormente combatido será la verdad apegada a los hechos reales, esa verdad objetiva que existe en sí.

El mexicano prefiere la posverdad, tal y como la definió recientemente la Real Academía Española: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Y no solamente se prefiere esa posverdad que señala hechos que no ocurren, situaciones que nunca pasaron, sino que esa realidad virtual define lo políticamente correcto.

Y nada tan políticamente incorrecto como decir lo que es, sin darle crédito gratuito a nadie ni quitarle la razón a quien la tiene: retratar los hechos sin maquillajes.

El clamor general actual es que México vive la mayor crisis de su historia, cuestión que es casi risible escarbando un poco, precisamente, en nuestra historia.

Los levantamientos de los años 20, la Guerra Cristera, las presiones de las clases media y alta, y la pobreza creciente, entre las que Lázaro Cárdenas entrega el gobierno mediante un fraude electoral a su compadre Manuel. Las crisis de 76 a 82 que desataron la hiperinflación, la caída de la economía, los asaltos bancarios, los secuestros y hasta los robos de mandado afuera de los supermercados, que produjeron tal descontento en el norte, donde se identificó a los problemas del tipo de cambio con los capitalinos, que surgieron movimientos separatistas y frases, hasta en vehículos, como: “Haz Patria, mata un chilango”.

Y vienen los días de 1994, cuando surge la Guerrilla Zapatista en Chiapas que hace sudar al Gobierno de Salinas, el homicidio de Colosio que cambia las reglas del juego, y luego el de Zedillo, que además intenta operar una devaluación y lo que hace es mandar a la porra a la economía en la segunda crisis económica más fuerte de México desde los años 80.

Pero la posverdad nos dice que los números del crecimiento económico de hoy son falsos, que el Ejército es el que desaparece personas, que López Obrador es un caudillo…

En fin, lo que nos gusta es hacernos tontos y por eso el país nunca aprovecha las oportunidades.