Por Alejandro Robles 
Cuando aprendemos un idioma pasamos por un proceso de distintas fases. Comenzamos con palabras sencillas, los números, los colores y los verbos básicos. Poco a poco podemos construir oraciones. Tras algo de tiempo y dedicación podremos estar conversando en una lengua ajena.
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La Torre de Babel, pintura al óleo sobre lienzo de Pieter Brueghel el Viejo.

¿Qué nos motiva a aprender un idioma? Podría tratarse de una afinidad particular hacia alguna cultura, una estadía prolongada en otro sitio por  trabajo o simplemente por el gusto de conocer mejor el mundo.

Creámoslo o no, nuestro idioma afecta más de lo que pensamos nuestra forma de pensar y expresarnos.

Inicia desde la forma en la que leemos. Como ejemplo, en español leemos en sentido de izquierda a derecha, mientras que en japonés es al revés, lo cual nos lleva inconscientemente a ordenar las cosas en ese orden.

Hablando de las diferencias en el idioma escrito, Twitter anunció que ampliará los clásicos 140 caracteres a 240 con el objetivo de que todas las lenguas se puedan expresar a cabalidad.

Es indudable que en los tiempos actuales el conocimiento de al menos una lengua extra a la materna se vuelve una necesidad imperante, aunque para los amantes de la literatura de otros lares, siempre podremos echar mano de las traducciones.

Un texto es la trasmisión de un modo pensar y sentir, por ello el traductor enfrenta la colosal tarea de asimilar la obra en su idioma original entendiendo su contexto para poder narrarlas de la mejor manera.

Sin embargo, existen palabras que rompen toda traducción. Por esta razón, Ella Francis Sanders se dio a la empresa de recopilar algunas de ellas en su libro ‘Perdidos en la Traducción’. Estas palabras son enigmáticas, todos alguna vez hemos sentido lo que significan y quizá tuvimos dificultad de expresarlo por no existir un término exacto en nuestro idioma. Por increíble que parezca, alguien del otro lado del océano sintió o pensó lo mismo que nosotros y decidió nombrarlo. A continuación dejó una pequeña selección de algunas de esas palabras:

–      Tsundoku (japonés): la costumbre que muchos tenemos de comprar un libro, no leerlo y hacer un montón con otros libros esperando por ser leídos.

–              Trepverter (yidis): la respuesta ingeniosa a un argumento que se te ocurre después de una discusión.

–              Resfeber (sueco): la emoción de un viajero antes de emprender hacia un nuevo destino.

–              Akihi (hawaiano): cuando escuchas indicaciones para llegar a una dirección y un momento después las has olvidado.

Lo grandioso de aprender otro idioma es que nos demuestra un rostro nuevo de la humanidad.

En estos tiempos trepidantes, resaltemos lo que nos une y quedémonos con la bella filosofía sudafricana detrás de la palabra ubuntu que significa: ‘encuentro mi valía en ti, de la misma forma que tú la encuentras en mí’. Bondad humana que le viene bien al mundo.