InicioDesarrolloEducaciónNecesitamos que el micromundo de los niños ricos cambie YA

Necesitamos que el micromundo de los niños ricos cambie YA

Por Sofía Aguilar
SILVIAJANSEN
«Tenemos la culpa también los papás, por encerrarlos en ese micromundo y permitir estas graduaciones impresionantes».

Ante el sonado pleito entre alumnos del Cumbres y del Irlandés saliendo de una graduación, mi primera reacción (además de que se me enchinara la piel) fue comenzar a mentarle la madre a los chamacos prepotentes —»a los de esta vez».

Estos pleitos suceden seguido y son lamentables. Pero son, sobre todo, pleitos de niños privilegiados, viviendo en un mundo privilegiado. Y nosotros estamos siendo testigos y estamos siendo idiotas.

No nos estamos haciendo las preguntas correctas y ya no hay tiempo que perder, llegó la hora de encontrar las respuestas. Antes de que un hijo de alguien —o de uno— acabe muerto, en vez de herido (en mi muy humilde opinión).

He aquí la conversación con J, papá de hijos de esa edad, papá de hijos en una de esas escuelas:

S: Quisiera escribir un blog de esto… de las pendejas graduaciones-tipoVegas, de los estúpidos after y los afters-de-los-afters, de los pleitos, de cómo se ha desvirtuado una fiesta que antes era una tradición normal. De prepa, por Dios santo, pues nadie sale de ahí hecho un Doctor.

Quisiera escribir sin provocar ni ofender a nadie. No quiero buscar polémica, ni que se me tiren a la yugular mamás y papás que conozco, respeto y quiero. Simplemente quisiera entender y para eso toca preguntar todo lo incómodo, preguntar acerca de un tema que es como el elefante blanco que nadie menciona. Tuvo que haber un pleito de niños alcoholizados e inmaduros (ha habido miles más) en un evento grande e «importante», donde estaban todos los medios de sociales, para que entonces sí todos volteen a ver.

De estas madrizas hay muchas cada fin de semana.

El problema no es la madriza.

Esa madriza es síntoma de que algo anda mal,

algo anda pésimo.

SEB OLIVER VIA GETTY IMAGES
«La pelea es casi lo más excitante que les sucede cuando su vida se reduce a un constante ‘loop’ de lo mismo».

J: ¿Y si la escuela hace algo? Por escribir e irnos contra ellos.

S: No es una escuela o la otra, son varias. No tenemos ni que mencionarlas, ya sabemos cuáles son. Además, no debería darnos miedo hablar, este es un país libre y la neta si alguien tiene derecho a expresar algo así es quien lo vive y respira de cerca: tú sabes de lo que se está hablando. Nadie te lo contó, tú lo viste.

J: Creo que sí debemos escribir al respecto. Pero más bien hablar del micromundo.

S: Habla del micromundo.

J:El micromundo es una burbuja protegida por los papás, que ya sea expresamente o con su ejemplo, también compiten y pelean con otros adultos (como niños). Es un lugar pequeño en todos sentidos, ahí solo existen un par de colonias en el D.F., una docena de restaurantes, un par de antros, pocas escuelas, dos lugares para la casa del fin de semana, otros pocos destinos en Estados Unidos como Vail, Miami, NY, otro par en Europa… y párale de contar

Y el micromundo, en especial en estas «escuelas religiosas» que no son mixtas, es brutalmente patético.

El micromundo se hizo pequeño y aburrido, siempre los mismos lugares, la misma gente, la misma conversación, la misma ropa, el mismo cinturón.

S: Si lo que dices es verdad, entonces ¿quién tiene la culpa de este fenómeno clasista, que reduce el mundo de estos chamacos a una burbuja de lujos y pendejadas materiales?

J: Tenemos la culpa todos: los papás, las escuelas y los mismos adolescentes.

Tenemos la culpa nosotros porque mandamos a nuestros hijos a escuelas que enseñan anti-valores, con discursos muy distintos a sus acciones. Tenemos la culpa también los papás, por encerrarlos en ese micromundo y permitir estas graduaciones impresionantes, esos despliegues de lujo, fuera de toda proporción: el lugar, la comida, la bebida, todo debe ser espectacular, en calidad y cantidad, muchas botellas, mucha comida. Es increíble ver a los hijos bebiendo «shots» en la mesa de sus papás, mientras ellos beben su Dom Perignon.

Ahí los papas están también «peleando con los de a lado»: quién gana más, quién tiene más, quién trae mejor reloj, quién trae mejor traje, quién trae más guaruras, quién tiene más botellas de mejor champagne en su mesa.

S: Y las escuelas…

J: Esas también tienen la culpa por permisivas, fomentan la competencia del poder, aceptan donativos a cambio de perdonar ofensas. Deben saber que hay maestros que aceptan regalos para no reprobar al alumno, lo deben saber, lo sabemos todos, los papas, los hermanos, los choferes. Por dios… si todos lo saben… ¿cómo me vas a decir que los directores no lo saben? No solo lo saben, lo toleran. Es una doble moral.

Y también los adolescentes ya tienen su porcentaje de culpa. Si ya tienen edad para beber y salir, también tienen edad para hacerse responsables de sus actos.

Aunque se pelean para demostrar, reafirmarse y alardear, también lo hacen porque en la pelea encuentran algo excitante en su vida.

S: ¿Tú te acuerdas de nosotros a esa edad? Mi graduación de una escuela del micromundo no fue así, las madrizas no eran así, los juniors no eran como hoy. Existían lujos y existían familias con excesos, pero nada estaba tan disponible para nosotros los hijos. El mundo de los papás y nuestro no era el mismo, si el papá andaba en Ferrari, el hijo andaba en un Golf.

J: El micromundo se hizo pequeño y aburrido, siempre los mismos lugares, la misma gente, la misma conversación, la misma ropa, el mismo cinturón.

Aburrido y monótono.

Y no hay nada peor para un adolescente que aburrirse.

Necesitan una salida, y aunque se pelean para demostrar, reafirmarse y alardear, también lo hacen porque en la pelea encuentran algo excitante en su vida. Algo que los libera de este pinche micromundo del que los papás los hicimos partícipes sin darnos cuenta.

Y además, en muchos casos, el modelo viene de padre a hijo.

El papá también vive su vida, alardeando y mostrando superioridad.

S: Entonces creo que en estos porcentajes repartidos de culpa van ganando los papás, pues los hijos están inmaduros aún. Pero como dije al inicio de la conversación: hay algo muy podrido en este tejido social. Nuestros hijos deberían saber más de lo que sucede allá afuera, no solo lo bueno, no solo las miles de opciones que el mundo les ofrece —para salir de un micromundo— también lo malo: la desigualdad, la pobreza desmedida. Necesitamos detenernos a pensar en ese despliegue innecesario de lujos, el hecho de tener el dinero no es el problema (qué bien que lo tengan), pero exhibir así unas vidas tan superficiales y despilfarradora es lo que es absolutamente incorrecto.

La pelea, como lo dije, es síntoma de una sociedad que está enferma.

Y tú lo definiste a la perfección,

es casi lo más excitante que les sucede cuando su vida se reduce a un constante loop de lo mismo.

STEVEN PUETZER VIA GETTY IMAGES
«Se pelean porque están viviendo en un ambiente podrido del micromundo, que asfixia a cualquiera, un micro mundo sin opciones».

J: Para pelear se necesitan dos.

La pregunta, quizás ahí, no es de quien es la culpa.

Es ¿por qué se pelean?, ¿por qué se pelean tanto?

Yo digo que se pelean porque están viviendo en un ambiente podrido del micromundo, que asfixia a cualquiera, un micro mundo sin opciones. Creo que llego la hora de ver el daño, sin taparnos los ojos, de ver porqué estamos inmersos en él si sabemos lo que nos está haciendo.

Es como decir que el pez, no sabe lo que es el agua.

Sí sabemos,

todos sabemos.

S: Está muy bueno decirlo Juan, ser brutalmente honesto, meterte en la terna, meternos… hay gente de toda, hay gente con valores, seguro en su mayoría. Pero todos podrían colaborar a recomponer lo que dices tú, lo que está por ahora podrido.

Si no lo hacemos todos,

la manzana podrida seguirá pudriendo a las demás.

Es nuestra muy humilde opinión.

Solo nos pareció pertinente compartirlo, entrar en esta conversación.

Con un pedazo de la nuestra.

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