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Una vida dedicada a la vista

El Dr. Javier Zamarripa Molina es exalumno del Colegio Miraflores, egresado con mención honorífica y reconocimientos a la excelencia académica de la carrera de Médico Cirujano por la Universidad Anáhuac. Cursó la especialidad en Cirugía Oftalmológica y cuenta con una alta especialización en cirugía plástica y reconstructiva de párpados, órbita y vía lagrimal, así como un fellowship en cirugía refractiva y cirugía de catarata. Actualmente colabora con distintas fundaciones enfocadas en la prevención de la ceguera. El amor por mantener la vista en los ojos de sus pacientes para ver las maravillas del mundo lo ha impulsado para hacer de su trabajo un arte.

¿Por qué estudiar medicina?

Durante muchos años pensé que mi carrera estaría relacionada con los números, pues crecí en una familia de ingenieros. Posteriormente, en mi época de preparatoria comencé a ir con el grupo de Misión Miraflores a la Sierra de Puebla. Pude ver las carencias y realidades de nuestra sociedad, así como la desnutrición y dificultades que conlleva para los niños vivir bajo esas condiciones. Conocí la falta de servicios tan básicos como el agua y fui testigo de los problemas de sanidad que estas privaciones originan. Se movió algo dentro de mí y decidí cooperar con mi granito de arena.

¿Podrías compartir alguno de los momentos determinantes en la formación de un médico?

Cuando realizas tu Servicio Social. Habitualmente te envían a algún pueblo a brindar atención médica durante todo el año. A mí me tocó hacerlo en Malinalco, Estado de México; un Pueblo Mágico maravilloso. Para mí ha sido una de las experiencias más enriquecedoras. Durante ese año di consulta médica en un consultorio y también visité en sus hogares a las personas que no podían llegar al Centro de Salud. Tuve la oportunidad de establecer vínculos muy estrechos con muchas familias; pero, sobre todo, de valorar lo que es tener comida todos los días en tu mesa, tener acceso a una escuela, soñar con la profesión que quieres desempeñar y no tener que dejar los estudios por la necesidad de trabajar.

Ahora que soy padre le digo a mis hijos que existen otras realidades sociales a escasos metros de donde vivimos. Les pido que no sean ciegos a las responsabilidades sociales que cada uno debe desempeñar, que no caigan en el materialismo y consumismo que invaden nuestra sociedad, y que apuesten siempre al valor humano y no al económico.

¿Qué le aconsejarías a los estudiantes de medicina?

Primero, que ser médico no es una profesión, es un estilo de vida que implica constancia, sacrificio y entrega total a cambio de la satisfacción de saber que has logrado hacer un cambio positivo en la salud de una persona. Un ser humano queriendo ayudar a otro ser humano. Mi consejo sería que no se dejen llevar por la imagen del doctor que vemos en las series de televisión. La famosa “vocación” no radica en si puedes ver sangre o te desmayas, sino en tu capacidad de dedicación, entrega y disciplina.

¿Qué te apasionó de la oftalmología?

La vista es, en mi opinión, la función de los sentidos más importante. Yo mismo padecí de mis ojos y quizás por eso le he dado un valor más especial. Durante el cuarto año de carrera llevé mi curso de Oftalmología. Conocí lo maravilloso y sofisticado de un órgano tan pequeño como el ojo. Aprendí a utilizar la tecnología tan compleja que existe para el diagnóstico y tratamiento del ojo. Pude ver microcirugías. Quedé maravillado. Supe que me quería dedicar a eso el resto de mi vida.

¿Cuál es la experiencia más difícil que has vivido como médico?

Como parte de mi subespecialidad en oculoplástica me dedico al trauma ocular y periocular (golpes, heridas y fracturas del ojo y su alrededor). Esto representa los casos de mayor reto en mi área. La mayoría de estos incidentes se ocasionan por accidentes automovilísticos, deportes, asaltos y peleas. Me impacta el aumento de riñas entre los jóvenes en fines de semana. Me parece que se debe hacer un llamado para reflexionar. Constantemente me toca atender en el servicio de urgencias a jóvenes con heridas ocasionadas por puñetazos, botellazos o accidentes automovilísticos; todo por imprudencias. No hay mayor reto que salvar la vista de mis pacientes.

¿Tu experiencia más gratificante?

Creo que los momentos más gratificantes son aquellos relacionados con la ayuda. Me genera una gran satisfacción saber que pude ayudar a recuperar la salud visual muchas personas.

 

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