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Vacuna contra la apatía

Por Alejandro Robles

2016, un año más que se nos va o que ganamos, dependiendo lo que hicimos. Como todo en la vida puede tener varias lecturas y ante la imposibilidad de analizar el caso personal de cada lector, considero que podemos hacer un balance desde el plano colectivo.

En este mundo globalizado los acontecimientos que nos afectan son una mezcla de locales y globales. Siria, el Brexit, los escándalos de corrupción, la caída del peso, la violencia o la victoria de Trump, fueron algunos de los temas que recibieron la atención pública con el correr del año. Si sumamos la muerte de varias personalidades geniales, parece que este no fue el mejor año. ¿En verdad?

A pesar de lo mencionado, me atrevo a decir que vivimos en la mejor época en la que alguien podría estar vivo y solemos olvidarlo con frecuencia.

Estamos mejor comunicados y educados que en cualquier otra etapa de la humanidad. Hay grandes obstáculos, pero no creo que sean los peores a los que nos hemos enfrentado históricamente, además, ahora tenemos las herramientas para resolverlos.

Lo cierto es que en todas las etapas han habido guerras –lo cual es terrible–, pero al menos ahora reciben cobertura. Dar notoriedad a los problemas también es un paso hacia su solución.

Simplemente pongamos en perspectiva la cantidad de genocidios que han ocurrido y que en su momento no tuvieron difusión. Este argumento rebate al famoso “antes todo era mejor que ahora” ya que simplemente, ahora estamos más conscientes de lo que ocurre.

Nos puede resultar atractiva la idealización de otros momentos históricos, pero ahora viven mejor muchas más personas. Solo pensemos cuantas fiestas tienen como temática a los años 20, al modo del Gran Gatsby. Nos puede gustar ese estilo, pero en esa época la situación que vivían las mujeres distaba mucho de la actual, su derecho al voto era algo impensable.

Cuántos derechos y adelantos se han ganado desde cualquier época que pensemos. Aún existen muchas brechas sociales, pero la aparición del Internet nos coloca a todos en un campo mucho más horizontal.

Sigue existiendo pobreza y hambre a pesar de que se produce el alimento suficiente para alimentar a toda la población del mundo. Eso quiere decir que uno de nuestros retos no pasa por la capacidad de producirlos sino de distribuirlos. Sin embargo, las grandes enfermedades que azotaban otros tiempos han sido totalmente erradicadas.

Lo que parece que no ha cambiado es nuestra mala habilidad para pronosticar el futuro, prácticamente todas las civilizaciones del pasado han presagiado lo peor desde hace mucho y aquí seguimos. Simplemente la elección de Trump fue algo “que nadie veía venir” y ahora es síntoma de que lo peor está por venir nuevamente.

Estoy de acuerdo que muchas de las comodidades y beneficios de vivir en esta época no han alcanzan a todos, pero reconociendo nuestros avances es como podremos plantear mejores estrategias para eliminar definitivamente los grandes rezagos que quedan.

Hemos avanzado, que no quede la menor duda. Si no fuera así, no hubiera habido un presidente negro gobernando el país más poderoso durante los últimos ocho años ni observar a tantas a mujeres postulándose y ganando elecciones en muchas partes del mundo.

Desde luego, si algo tenemos los humanos es esa naturaleza compleja que hace que nos desalentemos a pesar de nuestros éxitos. La historia nunca ha sido una línea recta, puede parecer que a veces, se dan dos grandes pasos hacia adelante y en unos años otros cuatro hacia atrás. No es así, ya que existirá una masa crítica dispuesta a vigilar los actos de la contraparte.

Quienes lean esto ya sea en la computadora o en la revista, son privilegiados. Pues eso dice mucho acerca de lo que les permite hacerlo. Todos tenemos la obligación de disfrutar la vida, ser curiosos, conocer más, viajar más y, ¿por qué no?, ser más humanos y empáticos hacia los demás, y recordar que no todos han tenido las mismas ventajas de nosotros.

Muchos de los movimientos que se avecinan en el planeta tienen una connotación de segregación, lo cual pone en evidencia la falta de ver a las demás personas no como enemigos sino como oportunidades.

Desde luego, no es fácil. Diariamente vemos ejemplos de lo contrario, pero el lugar al que hemos llegado se ha dado por una suma numerosa de pequeñas batallas ganadas. Todos podemos elegir el campo de nuestra elección y continuar aportando para que el camino de los que vienen sea aun mejor que el nuestro.

Continuemos por esa vía.

 

 

 

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