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La burocracia, el colectivismo y el pensamiento único

George Orwell en su novela 1984 describe una distopía que él sitúa en una ficticia Oceana dominada por la burocracia, el colectivismo y el pensamiento único.

Dicho modelo es perfectamente aplicable hoy en día a la Unión Europea.

Una mastodóntica organización supranacional dominada por una ideología cuasi-obligatoria; la socialdemocracia en su versión burocratizada y no ideológica.

Una superestructura que moldea nuestra economía, nuestra mentalidad y nuestra organización política.

La socialdemocracia europea

La socialdemocracia, en su versión descreída y burocratizada, es la síntesis de dos tradiciones políticas en claro declive.

Por un lado de la llamada crisis del paradigma socialdemócrata en su versión maximalista (el del laborismo inglés posterior a la II Guerra Mundial y el del modelo colectivista sueco de Albin Hansson).

Por otro lado de la versión descafeinada del ordo-liberalismo democristiano, respecto del que el marxismo cultural ha hecho estragos instalándolo en el relativismo permanente y en la aceptación acrítica de los llamados “valores progresistas”.

Junto a esas dos grandes tradiciones políticas europeas, que vendrían representadas por el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas – Demócratas y el Partido Popular Europeo, habría un tercer grupo, denominado Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, representativo de partidos tímidamente liberales, de eso que se conoce como socio-liberalismo o en versión no académica liberalismo acomplejado.

La función de este tercer partido, dentro del sistema político de la Unión Europea, consistiría en funcionar como partido bisagra y de esta forma otorgar mayor estabilidad al consenso socialdemócrata, ideología no escrita expresamente en ninguno de los tratados fundacionales, pero que actúa como acuerdo tácito sobre el que se sustenta la superestructura europea.

La crisis del modelo europeo

La crisis del modelo europeo no deja de ser un apéndice más de la crisis de esta nueva reinvención del modelo socialdemócrata respecto del cual no cabe disenso posible so pena de ser catalogado de “populista”.

La superación de la crisis terminal de este modelo socialdemócrata, edulcorado por Bruselas, puede venir de la mano bien de una recuperación de las ideologías democráticas clásicas ( democracia cristiana, liberalismo de verdad, conservadurismo , socialismo clásico…) o de la mano del triunfo de soluciones populistas.

Frente a la visión populista que plantea la democracia como una forma de gobierno popular radical, que cataloga toda forma de institucionalización de la política como “oligárquica”, el liberalismo tiene que volver a hacer hegemónica la idea de la democracia constitucional, con el necesario equilibrio de poderes.

Frente al populismo que plantea el liderazgo populista (una especie de neotribunado de la plebe) como solución radical a la crisis de liderazgo en los partidos políticos, el liberalismo debe postular la apertura de la política a los más capaces de la sociedad, a aquellos, que desde su experiencia personal y profesional, pueden aportar su granito de arena a dignificar el papel de la política.

Siempre partiendo de la premisa de que el poder, por definición, corrompe y tiende al abuso por lo que es necesario contrapesarlo con medidas institucionales y con una profunda regeneración cívica.

Frente al populismo que recela de las ideologías y que prefiere articularse como una lógica de actuación política, basada en la oposición frontal al enemigo del pueblo (oligarquías económicas y políticas), el liberalismo tiene que reivindicar sus raíces ideológicas, defendiendo principios básicos como son el gobierno mínimo, el mercado y el capitalismo como instrumentos de distribución voluntaria y horizontal de la riqueza y los derechos inalienables a la libertad y a la propiedad, sobre los que se sostiene una sociedad justa y libre.

El liberalismo y los cantos de sirena de la socialdemocracia

El liberalismo no puede, como ha sucedido con muchos partidos que se han pretendido alguna vez liberales (PP o C’s) sucumbir a los cantos de sirena de esta nueva forma de socialdemocrácia actualmente imperante y de esta forma mimetizarse con el ambiente político dominante, por razones de puro cálculo electoral.

Si siguen cometiendo este error, no tardará mucho Europa en caer presa de las soluciones populistas que acaban degradando la libertad y la prosperidad económica.

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