InicioDesarrolloNadia, ex esclava sexual del ISIS, conmociona a Europa con su historia

Nadia, ex esclava sexual del ISIS, conmociona a Europa con su historia

Ella y Lamiya, otra mujer yazidí, han recibido el premio Sajarov a la Libertad de conciencia por parte del Parlamento Europeo

Apenas tiene 23 años y su nombre ya ha sido propuesto para el premio Nobel de la paz. Desde que recuperara su libertad, Nadia Murad Basee Taha recorre el mundo para sensibilizar a la comunidad internacional de la difícil situación que sufren las minorías de Irak bajo el yugo del autodenominado Estado Islámico.

Tras haber sido esclava de los yihadistas durante tres meses, los horrores que denuncia los ha experimentado en su propia carne. “¡Líbrennos del ISIS! Todos los que han cometido crímenes de trata con humanos y de genocidio deben ser llevados ante la justicia para que podamos volver a vivir en paz en Siria, en Irak, en Somalia y en Nigeria”. Está por ver si su voz será escuchada.

 Lamiya Aji Bashar, la otra mujer galardonada, ha estado hasta abril de este año en manos del Estado Islámico; en su huída hacia el territorio controlado por el gobierno de Irak, le explotó una mina terrestre que la dejó malherida, casi ciega, y mató a dos conocidos. Poco después logró reunirse con su familia en Alemania.

La religión más antigua del mundo

Al igual que los cristianos, los yazidíes son una de las minorías religiosas de Irak, donde son más de 500.000, concentrados especialmente al norte del país. La diáspora ha desplazado a unas 300.000 personas, 5.000 de ellas a Francia. Estos descendientes de Mesopotamia afirman tener la religión más antigua del mundo, ya que su calendario religioso se remonta a más de 4000 años antes de Cristo. Son monoteístas y su fe tiene su fuente en el zoroastrismo, una antigua religión persa, enriquecida más tarde por influencias coránicas y bíblicas.

El objetivo del ISIS: eliminar a todos los yazidíes

El 4 de agosto de 2014, las “fuerzas del mal”, como Nadia les llama, rodearon su pueblo. Unos diez días más tarde, obligaron a todos los habitantes a reunirse en el colegio. Allí separaron a hombres, mujeres y niños. “Les vi desde el segundo piso, tomaron a los hombres y los mataron uno por uno, en el grupo había seis de mis hermanos. Luego les llegó el turno de ser asesinadas a las mujeres más mayores. A nosotros, las mujeres jóvenes y los niños, nos llevaron en autobús a Mosul, éramos más de 150 familias”.

Según Nadia, estos crímenes no se cometieron de forma arbitraria, sino que seguían un plan organizado para exterminar la identidad yazidí: tomar a las mujeres jóvenes y a las niñas como mercancías para ser intercambiadas, reforzar las filas de sus tropas reclutando a los niños y destruir todos los templos.

El precio a pagar por ser yazidí

La joven Nadia, de 20 años por entonces, se encontraba entre miles de mujeres y niños en lo que le pareció un inmenso mercado. Los yihadistas los transportaban allí como si fueran su botín para venderlo o intercambiarlo a modo de regalos.

Algunos días más tarde, su “propietario” la forzó a vestirse con ropa provocativa, a maquillarse y aquella misma noche abusó de ella. “Era igual para todas las mujeres. Nuestra vida en esa casa era insoportable. Vivíamos el día a día pensando sólo en sobrevivir, hora a hora, minuto a minuto. Me trataba como si fuera menos que nada. Me decía: ‘Eres impura, eres una infiel’. Un día decidí huir, pero me volvieron a capturar. Mi captor me golpeó, me quitó la ropa y me arrojó a merced de los guardias. Hicieron conmigo lo que quisieron, me violaron varias veces al día, hasta que me desmayaba”.

La violación es un arma eficaz para destruir a mujeres y a niñas, ya que garantiza que no vivirán nunca más una vida normal. “Para ellos no somos nada, sufrir esto es el precio que hay que pagar por ser yazidí”.

La migración como única salvación

Milagrosamente, Nadia Murad consiguió escapar de Mosul y fue acogida por una familia. Después de un largo periplo, aterrizó en un campo de refugiados del Kurdistán iraquí. Hoy, ha encontrado asilo en Alemania.

En diciembre del año pasado, más de 3.400 mujeres y niños servían aún como esclavos y guerreros necesitaban ser liberados. Aquellos que no fueron asesinados ni capturados ven la migración como única opción y se exilan en los campos de refugiados o en Europa. “Muchos yazidíes han recorrido la ruta hacia Europa”. Hablamos de todo un pueblo que ha sido desplazado.

¿Cuánto tiempo más permanecerán inactivos los países occidentales frente a las atrocidades que se están perpetrando?

Este año se publicó en su edición española el libro Esclava del terror, de la editorial Península, que recoge la historia de Yinan, otra yazidí de 18 años que vivió el mismo calvario que Nadia Murad.

 

Fuente: Aleteia

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