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María Ruiz Miguel

Me llamo María y me apasiona pintar. Tengo 22 años y empecé desde que era niña.

Cuando era niña, como tenía problemas de salud, pasaba mucho tiempo en hospitales, con mucho dolor y aburrida, por lo que mis papás encontraron la manera de ayudarme dándome crayolas y hojas de colores. Así empezó mi pasión por la pintura. Yo solita fui desarrollando un estilo propio. Recuerdo que mi mamá decidió meterme a clases de pintura para que aprendiera técnica, pero no me gustó nada porque lo que yo quería era tener la libertad de crear. Si me estaban enseñando puntillismo, yo decidía que era mejor el rayismo, y entonces, en vez de pintar con puntitos, pintaba con rayitas.

Nací con micro-oftalmos, lo que quiere decir: “ojos chiquitos”. No tengo el ojo derecho y con el ojo izquierdo, aunque chiquito, si veo bien, aunque a poca distancia. Por eso creo que me encantan los colores muy vivos,  porque los alcanzo a ver.

Una Navidad, hace ya varios años, recibí de regalo un iPad con un programa para pintar que me abrió infinitas posibilidades de creatividad, porque agranda los dibujos para definirlos bien, tiene una paleta de colores extensísima y los guarda sin necesidad de haber terminado. Así, pude crear más rápido mis dibujos porque, como tengo parálisis cerebral, mi motricidad es baja y me tardo cerca de dos semanas en hacer un cuadro con pinturas. Ahora, con este programa, puedo hacerlos más rápido.

Cuando mi mamá conoció a una artista textil llamada Claudia Cornew, a quien le platicó de mí, quiso conocerme. Fuimos a su taller, le compartí mi interés por el arte, cómo imaginaba la vida, y ella nos enseñó la técnica de wet felting, o fieltro mojado. Se hace poniendo capas muy delgadas de madejas de lana de diferentes colores sobre una superficie y así haces el diseño. Después, con fricción y agua jabonosa se une, se encoje y te permite crear cuadros, artículos de ropa y accesorios. Con ayuda de mi mamá, diseñamos los cuadros con base en mis diferentes bocetos. Yo le voy diciendo en dónde me gustaría colocar las figuras y qué colores usar, pero es ella la que lo hace por mí.

Me encanta pintar cosas abstractas porque todos tenemos diferentes maneras de verlas. También pinto muchos peces, porque tienen libertad de movimiento y los hay de muchos colores y formas. En mis cuadros se pueden ver muchas casas, porque cuando paso por la calle puedo verlas, claro, no del todo, pero eso no me impide dibujarlas, porque mis papás me dan una idea y luego yo las hago como creo que son. La verdad, el no ver bien también tiene sus ventajas porque yo me imagino el mundo como quiero. Así, mi mundo está lleno de colores muy alegres. Al contrario de los que ven una ciudad gris y sucia, yo la veo llena de flores de muchos colores y  edificios pintados de rojos, azules, morados o rosas.

Un día, mi mamá me preguntó si me imaginaba mi futuro. Si me veía independiente, viviendo sola, trabajando, ganándome un sueldo, etc. La verdad es que me preocupa mucho ese tema porque, por mis limitaciones, siempre necesitaré apoyo de alguien. Me veo siendo conferencista y contando cuentos a niños pequeños. He ido como invitada a hablar sobre las personas con discapacidad a universidades y colegios, dando testimonio de mi vida a los demás, sensibilizando a las personas y enseñándoles cómo tratarnos.

Mucha gente quiere ayudar a las personas con discapacidad. Y me parece muy bien que lo hagan, pero también nosotros podemos ayudar, sobre todo haciendo un cambio en la sociedad. Aquí en México me siento muy limitada de movimientos, porque no está adecuado para los discapacitados; la gente que nos ve nos tiene lástima, y ese es un sentimiento que no me gusta. La mayoría de las personas creen que nosotros  tenemos que ser ayudados y no podemos ayudar, pero esto no es verdad. Así como tenemos la capacidad de ayudar, también podemos expresarnos artísticamente y esto hace que nos sintamos bien con nosotros mismos.

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