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#NoEsNo: la diferencia entre cortejo y acoso

Cómo podemos los caballeros ayudar a erradicar la violencia contra las mujeres

Dados los acontecimientos recientes de víctimas de violencia y acoso sexual en México, en GQ quisimos solidarizarnos con la causa. Esta revista es un sinónimo global de elegancia y caballerosidad, pero sobre todo de respeto. Por lo tanto, consideramos prudente abordar el tema para nuestros lectores de una forma didáctica, clara y muy puntual.

Por ello, entrevisté a Alfonsina Peñaloza, Maestra en Género, Desarrollo y Globalización por la London School of Economics y Oficial del Programa de Desarrollo Global y Población para laHewlett Foundation en San Francisco, California, asociación dedicada a temas de pobreza, cambio climático, educación, salud reproductiva y las artes.

La entrevista tiene el fin de aclarar y desmitificar los conceptos, conductas y actitudes cotidianas que pueden resultar en una agresión en contra de las mujeres. Situaciones ordinarias que tenemos que concientizar para poder cambiar.

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Hola Alfonsina, muchas gracias por conversar con nosotros. Me gustaría empezar por las definiciones de cada concepto, para poder hablar correctamente de cada uno. ¿Cuál es la diferencia entre acoso, hostigamiento, violencia y sexismo contra las mujeres?

No hay diferencia, todas son formas de violencia. El hostigamiento y el acoso son similares, implican algún de tipo de presión o de intimidación. El sexismo es una forma de discriminación y se considera una forma de violencia. Es importante mencionar que los hombres también pueden ser víctimas de este tipo de violencia. Sin embargo, el número de mujeres violentadas es desproporcionadamente mayor. Según las encuestas del INEGI (2011), 8 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de acoso. Basta con darse una vuelta por el hashtag #MiPrimerAcoso para darse cuenta de ello.

Crucemos estos conceptos con aquellas situaciones cotidianas en las que un hombre desea acercarse a una mujer para conocerla, invitarla a salir, etcétera. ¿En qué momento el cortejo se convierte en hostigamiento?

Un concepto clave en las distintas formas de violencia es el consenso. De hecho, esa es la regla de oro. Ningún piropo, manoseo o avance sexual no solicitado es bienvenido, sobre todo viniendo de un extraño. Si estás cortejando a una mujer, debes respetar sus decisiones. Hay unvideo genial que explica el consenso mediante una metáfora con el té. No a todas las mujeres nos gusta el té, a algunas se nos antoja a veces, dependiendo del día y del clima. Puede ser que me tome un té contigo hoy, pero mañana no necesariamente tendré ganas de tomar té, ni contigo ni con otros. O puede ser que al principio te acepte una invitación y cuando ya esté sentada a la mesa, me arrepienta. Puede que mi rechazo te resulte latoso, frustrante y hasta grosero, pero jamás podrás obligarme a tomar el té. Sin importar la circunstancia o el momento, si no fue solicitado y si no existe consenso, el cortejo inmediatamente se convierte en hostigamiento.

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¿Cuáles son los comportamientos que DEFINITIVAMENTE debemos EVITAR?

Vuelvo al tema del consenso. En todos los casos de violencia que han sido nota periodística en estos últimos meses, el factor común es la ausencia de consenso. Un hombre debe evitar cualquier comportamiento condicionado por una intimidación o un chantaje, o que no haya sido previamente acordado por la mujer. Una acción se vuelve violenta cuando es unilateral. Ese es el momento en el que nos quitan el control y la decisión sobre nuestros cuerpos.

¿Qué pasa con los chiflidos, piropos, cumplidos o pasar la mirada por una parte específica del cuerpo?

Los piropos, los chiflidos y la mirada masculina resultan amenazantes para nosotras porque son formas de ejercer el poder sobre nuestros cuerpos, nos convierten en objeto público y, por lo tanto, nos arrebatan el control. Si un hombre ve una línea borrosa entre lo que debe y no hacer, es momento de acudir al consenso. La línea queda muy clara cuando hay un acuerdo mutuo. El consenso va más allá del concepto de “no es no”, pues deja claro lo que no está permitido y hace énfasis en lo que sí.

¿Mi sugerencia? Eviten el chiflido, eviten el piropo, eviten el cumplido y, en la medida de lo posible, la mirada. Ninguna mujer encuentra estas acciones halagadoras. Se han normalizado tanto que algunas dirán que ya no les molesta, pero no es normal. Yo vivo en San Francisco y me visto como quiera, voy a bares y festivales, camino por la calle, viajo en transporte público y paso frente a obras en construcción, y los hombres no me gritan ni me chiflan. No es que no lo hayan hecho antes o que no quieran hacerlo, pero en San Francisco no pasa porque hay una cuestión cultural y legal de por medio. La implementación de una legislación desincentiva el acoso. ¿Y en México? Hay impunidad. Lo importante de esto es que la cultura puede cambiarse. Esta violencia que hoy parece normal puede erradicarse.

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Cuando interactúo con una mujer, ¿cómo me abstengo de agredirla con un “avance”?

Es una combinación de todo lo anterior con sentido común, que también implica saber leer el lenguaje corporal. Insisto en el tema del consenso. Si no te lo solicitaron, ahórratelo. Pregunten: ¿te puedo tocar?, ¿te puedo dar un beso? Si te dicen que sí, pues qué bien, ¡disfrútenlo! Pero recuerda la metáfora del té: se vale que te haya dicho que sí y que se arrepienta cuando la quieras besar. No es que se esté haciendo la difícil, es que no quiere.

Si estás saliendo con una chava que te parece que tiene un trasero espectacular, primero genera una relación de confianza para que no tome como agresión el que hagas un comentario con respecto a su cuerpo. Sobre todo al inicio, mantén el nivel de tus comentarios apto para niños: qué bien te ves, qué elegante, qué guapa… Si no estás saliendo con la mujer en cuestión, definitivamente nunca comentes nada sobre su cuerpo, porque no te lo pidió y no te pertenece.

Desgraciadamente, a muchas mujeres no nos enseñaron que se vale decir que no, que nuestra voz debe ser escuchada y nuestra decisión, respetada. El acoso y la violencia están tan normalizados que muchas mujeres lo justifican diciendo: “Así son los hombres”. Alguna podría decirte que no le importa, pero quizá no ha sido consciente de que una acción sexual no solicitada la vulnera y la desempodera.

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¿Decirle a una mujer “qué bien te ves, qué elegante, qué guapa” no es un piropo? ¿No es mejor abstenerse a hacer el comentario?

Hay una gran diferencia entre gritarle algo a una mujer que va pasando por la calle a hacerle un cumplido a una con la que estás teniendo una conversación y con la que estás interactuando porque ella accedió.

El objetivo del piropo, sobre todo en lugares públicos, no es ligar. Eso nunca ha pasado en la historia de la humanidad. El chiflido nos convierte en objetos, nos fragmenta en nalgas y tetas de las que se apropia el público, masculino por definición. No sé si recuerdan que Kim Kardashian publicó una foto desnuda en su Instagram, irónicamente, el Día Internacional de la Mujer. Las mujeres que visten con escotes y faldas cortas, o que suben fotos de sus cuerpos a alguna red social, de ninguna manera están autorizando el acoso. Escribir un comentario o gritarles en la calle violenta el derecho que tenemos de sexualizar nuestro cuerpo cuando así lo queremos.

¿Cómo podemos los hombres identificar cuando una mujer quiere ser abordada o no?

Es imposible contestar esta pregunta porque todas las mujeres somos distintas, y el contexto importa. Reitero: el consenso es clave. Si llegas con un grupo de chavas que están bailando, invitas a una bailar y te dice “no, gracias”; su respuesta no es un código para que insistas. No es un lenguaje secreto de las mujeres, no hay ningún “sí” escondido debajo del “no”.

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¿Cómo podemos solidarizarnos los hombres, en acciones concretas y prácticas, para ayudar a reducir la práctica del acoso sexual?

Hay muchísimas maneras:

  • ¡Hablemos del tema! La violencia de género es de los problemas más endémicos. No discrimina color de piel, religión, etnia, edad o clase social. Es un problema que existe tanto en países desarrollados como en países en desarrollo. Y al mismo tiempo es el problema más invisible. Las mujeres no hablamos del tema por miedo, por vergüenza. Mucho menos la reportamos por temor a las represalias y la impunidad. Creo que el primer paso es conversar con las mujeres a su alrededor sobre el tema. La gran mayoría de los hombres no tiene idea de los miedos y acosos a los que somos sujetas las mujeres todos los días. Se sorprenderán al saber que todas las mujeres, al menos una vez al día, sentimos miedo de sufrir violencia de género.
  • ¡Llámense feministas! El caballero del siglo XXI es feminista. Hay un nuevo modelo de masculinidad, y hombres como Ryan Gosling, Ryan Reynolds, el primer ministro de Canadá Justin Trudeau, Jon Hamm, John Legend, Daniel Craig, Eddie Veder, Joseph Gordon Levitt, Ashton Kutcher, el Presidente Obama y muchos otros se asumen como feministas.
  •  ¡No sean cómplices! Si ven algún tipo de violencia en el trabajo, en la calle, en un antro, levanten la voz. Evítense el chiste machista y el comentario sexista sobre la mujer que va pasando. Parece un comportamiento inofensivo, pero al igual que los chistes racistas u homofóbicos, las bromas y comentarios machistas contribuyen a la normalización de la violencia. Ojo: muchas veces esta violencia puede provenir de mujeres; nosotras también permitimos y perpetuamos la normalización de estos comportamientos. Todos debemos de levantar la voz.
  • ¡Compartan el poder! Voy a decir algo que probablemente suene poco popular y sentir resistencia al escucharlo es normal. Cuando hablamos de género, cuando hablamos de violencia machista, en realidad estamos hablando de poder. Y desafiar el poder implica un nuevo equilibrio. Los hombres tienen que ceder parte del poder que tienen. Es inevitable, y posiblemente se sienta como que les están quitando algo. La buena noticia es que les conviene. El feminismo implica grandes beneficios para los hombres: mejor distribución de la responsabilidad de proveer económicamente, más tiempo con sus hijos, relaciones más significativas, poder mostrarse sensible y expresar las emociones. Ojalá muchos de los lectores hayan marchado hombro a hombro con las mujeres el pasado domingo. Ojalá hayan leído las infinitas y terribles historias de #MiPrimerAcoso, sin necesidad de victimizar a las mujeres (eso también nos resta poder), pero entendiendo que es un problema mucho más común y terrible.

¿Hay algo más que te gustaría agregar?

Me gustaría que quienes lean esto no sientan culpa ni vergüenza, sino que sientan que tienen más información. Que sientan curiosidad por conocer más del tema y quieran hablar con las mujeres en su vida. Y sobre todo, que se sientan con el poder de contribuir a erradicar la violencia contra las mujeres. En un gran libro sobre activistas feministas, Jane Barry y Jelena Dordevic hablan sobre lo difícil que es hablar de lo personal. Esto te puede hacer sentir “Emocionada. Enojada. Aliviada. Profundamente incómoda. Esperanzada”, dicen las autoras. Son las cosas que te hacen sentir las que tienen más poder. Y nos invitan a disfrutar el baile. El título del libro es ¿Cuál es el punto de la revolución si no podemos bailar? Esta es una conversación incómoda, vulnerable, pero también una que debemos celebrar.

Anjo Nava (@anjonava) es nuestro colaborador de algunos de los principales placeres de la vida como sexo, seducción y música

FUENTE: http://www.gq.com.mx/actualidad/articulos/cosas-que-no-le-debes-decir-a-una-mujer/6275

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