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¡Soy feo y no me importa! Una publicidad para los que no tememos ser nosotros mismos

Es probable que en algún momento de nuestras vidas nos hayamos descubierto inmersos en la rutina del estudio, del trabajo, de las ocupaciones diarias, esto es algo bastante común y la lectura que se tiene de ello muchas veces tiene un tenor negativo, que no  tiene que ser así.

La rutina es esa actividad que realizamos forma regular y casi mecanizada. Si hablamos de rutina en el trabajo, con sus distintos matices, es casi obligatoria a menos que dejemos de trabajar. Lo interesante es interiorizar que toda rutina puede llevar a desarrollar un hábito y ese hábito puede ser de dos formas: un hábito positivo que puede convertirse en una virtud, o un hábito negativo que puede convertirse en un vicio. Todo depende del camino que elijamos. Por ejemplo un hábito positivo podría ser despertarse una hora más temprano para hacer ejercicio; un hábito negativo sería despertar con lo justo sin dejar tiempo ni para un buen desayuno por lo que terminas alimentándote con comida rápida que evidentemente no es muy saludable. En ambos casos, el hábito se genera de la rutina de despertarse todos los días para ir a trabajar.



Busquemos desarrollar hábitos positivos, rompamos intencionalmente con la rutina y démonos un tiempo para respirar, evaluar y preguntarnos: ¿por qué estoy luchando día a día?, ¿estoy haciendo con mi vida algo que realmente valga la pena?, ¿qué es lo único necesario e indispensable?, ¿aquí y ahora, cuáles son mis prioridades?… y otras preguntas que sean serias y que interpelen profundamente mi  ser y quehacer diario.

En parte, la respuesta podría estar en organizarse o intentar hacer cosas nuevas, pero esto resulta insuficiente si no avanzamos en el conocimiento personal y en la reflexión por la propia identidad. El ir conociéndose cada vez más y aceptándonos como somos es muy importante porque al fin y al cabo si queremos un cambio, para que sea efectivo y se refleje en lo exterior, debemos empezar por el interior. Ir a lo interior implica exigirse en hacer silencio para escuchar y poder encontrar el valor en lo que somos.

Como en todo, uno nunca puede solo y es aquí donde destaca la importancia de comunicarse con los demás, de escuchar a los otros, de poder expresarte y compartir con otras personas. Las amistades ayudan mucho a darle sentido a las cosas que suceden en nuestra vida. Compartir lo que hay en tu interior genera bases de una libertad que te ayuda a continuar avanzando en el conocimiento personal y a poder mostrarte tal y como eres. De expresar dentro y fuera de la vida cotidiana y del trabajo el arte de ser “tú mismo”.

 

FUENTE: http://catholic-link.com/2016/03/17/video-como-ser-tu-mismo-encontrar-tu-propio-estilo/

 

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