Gomesoto

Lo Recuerdo desde los cuatro años, siempre con un lápiz en la mano dibujando maravillas.

No podía estar en la escuela sin dibujar y lo hacía sobre el tema que estudiaban en clase. Aunque intentara poner atención, en determinado momento él ya no estaba ahí, sino inmerso en la creación a la que lo llevaba su imaginación: “En medio de unos soldados romanos que luchaban contra Superman”. Eran dibujos tan sensacionales que sus maestras, lejos de reprenderlo, reconocían su talento y forjaban su autoestima.

Siendo adolescente empezó a trabajar para una agencia de publicidad y muy pronto fue reconocido por la calidad de sus ilustraciones. Tardó relativamente poco en llegar a ser director de arte. “Me mantenía al tanto de lo que hacían los mejores ilustradores del mundo, pugnaba por enriquecer mis trabajos dándoles valor artístico; me dí cuenta de que había discordancias entre el mundo publicitario y el mundo del arte”.

El talento de Javier le abrió las puertas para estudiar pintura con el maestro Demetrio Llordén, pero las clases coincidían con su horario de la universidad y debía pintar seis horas con el maestro y otras seis por su cuenta todos los días. Tenía que elegir entre el título universitario y el atelier de pintura. Yo fui una de muchas personas que –preocupada por su porvenir– le aconsejé que terminara los tres semestres de diseño gráfico que le faltaban porque no iba a poder vivir de la pintura.

Su primera novia no quiso arriesgarse y la segunda menos, pero él ya estaba decidido: dejó el diseño y la publicidad, y optó por el arte. Decía: “Amo la pintura, es lo más importante para mí y es a lo que quiero dedicar mi vida”.

Estudió durante quince años con el maestro Llordén, basado en la Academia de San Fernando de Madrid, y celebró su decisión de dedicarse a la pintura.

Más tarde encontró a la mujer que apostó por su éxito y hasta hoy, junto con sus hijos, es su inspiración y su mayor aliciente.

Contra todos los malos augurios y superando muchas dificultades, Gomesoto es hoy ampliamente reconocido internacionalmente. La convicción de lo que quería, la seguridad que tenía sobre su capacidad y su determinación de ser el mejor, son factores que lo han llevado muy lejos: ha expuesto en distintas ciudades de Estados Unidos y de España, en Canadá, Alemania, Rusia, Turquía, Bélgica… En México suele exponer dos veces al año. En 2016 dará clases en Italia, la ‘cuna del arte’.

Aurelio González –ingeniero químico, filólogo, catedrático y académico mexicano, y colaborador del Instituto Nacional de Bellas Artes– escribió: “Gomesoto se apropia de la realidad y la lleva a sus lienzos por medio de la luz. Lo hace porque es poseedor de un manejo de la técnica de la acuarela, propio de virtuosos, […] se desenvuelve también con maestría canónica en el óleo, […] la construcción plástica nace de su control de la luz…

Cimentada en las enseñanzas de su maestro, su obra tiene la individualidad y solidez de quien habla su propio idioma… tiene una técnica depurada y exquisita, aunada a una gran sensibilidad”.

El pintor se define como “postimpresionista que ha roto con lo tradicional al poner color en donde la sombra tiene una función. Busco plasmar mi espíritu en cada pintura para transmitirme y comunicarme con cada espectador y que ellos disfruten mi obra”.

Gomesoto está presente en colecciones privadas y formando parte del acervo artístico de gobiernos como las alcaldías de Santa Fe, Nuevo México, y Stuttgart, Alemania; en el Prince Royal Gallery y en el Frazer Gallery, Washington; en el Museo de la Acuarela de Toluca, en el Centro Cultural Mexiquense, en el Centro Asturiano y el Centro Español, en el DF.

Ha sido galardonado en diversas ocasiones en México y en otros países. Cuenta con el reconocimiento de la Sociedad Mexicana de Acuarelistas. La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, España, le otorgó el título de Académico Correspondiente.

En 2009 se editó un excepcional libro, «Gomesoto» por Gómez Soto, en el cual se puede disfrutar un buen número de sus obras.

“En la acuarela nado y en el óleo patino, finalmente es un juego”.

-Gomesoto

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