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Andanzas revolucionarias

Este año apareció en Baja California, un libro que ha tenido especial trascendencia   histórica y emotiva en virtud de que narra la vida  de Kingo Nonaka, un inmigrante japonés que llegó a México en 1906 desde Fukuoka y que peleó en la Revolución Mexicana de 1910 a 1914 y que estuvo al mando de Francisco Villa.

La vida de Kingo Nonaka ha sido documentada por  su hijo, Genaro Nonaka García, y  por el historiador José Gabriel Rivera Delgado.

El libro que lleva por titulo: “Kingo Nonaka. Andanzas Revolucionarias”, incluye testimonios, fotografías y extractos de apuntes de Nonaka, compilados por su hijo Genaro y prologado por Rivera Delgado, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana-Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC).

El volumen, resume la vida en México de Kingo desde su llegada a Salina Cruz hasta su muerte en 1977.  Pero lo más importante es que relata la vida de un joven japonés en la Revolución Mexicana que llegó a convertirse en capitán primero de Caballería perteneciente al Batallón de Sanidad de la División del Norte.

Kingo nació el 2 de diciembre de 1889 en la prefectura de Fukukoa en Japón y en 1906, siendo un adolescente de 16 años, viajó a bordo de un barco que lo llevó hasta el Puerto de Salina Cruz en Oaxaca.

Nonaka deseaba probar fortuna en los cultivos de café en Chiapas pero las carencias y el azar de la vida lo llevaron a un peregrinaje hasta Ciudad Juárez.

Caminando a un lado de las vías del tren y sin un peso en la bolsa, el joven Nonaka recorrió a pie los más de tres mil kilómetros que separan el sur oaxaqueño de la frontera chihuahuense. Una caritativa mujer llamada Bibiana Calderón lo encontró hambriento en las calles de Ciudad Juárez y lo llevó a vivir a su casa.

El adolescente fue bautizado en el ritual católico con el nombre de José Genaro y empleado en el comercio de la familia Calderón en donde lo sorprendió la Revolución Mexicana. Las turbulencias de la época lo llevaron a emplearse como enfermero en el Hospital Civil de Ciudad Juárez en donde atendió a no pocos sobrevivientes de los campos de batalla. La noche del 6 de marzo de 1911,  Nonaka fue llamado de urgencia para atender a un herido de bala que sangraba profusamente de un brazo.

El joven enfermero logró detener la hemorragia y salvar la extremidad herida pero solo hasta el día siguiente se enteró que su paciente se llamaba Francisco I. Madero, quien había resultado herido en la batalla de Casas Grandes.

Nonaka estuvo presente en la toma de Ciudad Juárez en mayo de 1911, batalla que significaría el golpe definitivo que acabó por derrumbar la dictadura de Porfirio Díaz. Posteriormente, tras el derrocamiento de Madero y la usurpación de Victoriano Huerta en febrero de 1913, Nonaka se unió a la División del Norte donde fue comisionado por el propio Francisco Villa para conformar un servicio sanitario que llegó a ser considerado el mejor de su época. A bordo de su carro ambulancia en donde atendía a los villistas heridos, Nonaka estuvo presente en las principales batallas de los Dorados.

En 1923  Nonaka emigró a Tijuana en donde probó fortuna como fotógrafo. No solamente creó el primer laboratorio de revelado en la ciudad, sino que fue el primero en retratar la vida cotidiana de los tijuanenses más allá de los escenarios turísticos. Las miles de fotografías que entre 1923 y 1942  tomó con su cámara Graflex, narran vida cotidiana, las aspiraciones, los deseos de la sociedad tijuanense de la primera mitad del siglo XX.

Fuente: http://www.almomento.mx/otras-inquisiciones-andanzas-revolucionarias/

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