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La canasta narrativa de Bruno Traven

LETRAS DURANGUEÑAS

Como es de explorada literatura, la identidad de B. Traven estuvo siempre rodeada por el misterio que él mismo se encargó de construir para permanecer lejos de la fama y del mundanal ruido, lo que llevó a muchos a considerar que B. Traven era Esperanza López Mateos, hermana de Adolfo quien fuera presidente de la República, cuando ella no fue más que su traductora.

No obstante ese misterio, se ha llegado a saber que B. Traven, fue de nacionalidad alemana, nacido el 23 de febrero de 1882, que llegó a México el 26 de julio de 1924, y que en México muere el 26 de marzo de 1969, tras una intensa obra literaria en la que dio vida a libros sobresalientes, entre los que pueden mencionarse: ‘El tesoro de la Sierra Madre’, ‘El puente en la selva’, ‘La rosa blanca’, ‘Macario’, ‘La rebelión de los colgados’, ‘Canasta de cuentos mexicanos’, ‘Gobierno,El general’; obras todas ellas que transcurren en México, particularmente en el México indígena y que tienen que ver con rebeliones de los oprimidos en contra de sus opresores como ‘La rebelión de los colgados’ y ‘El general’.

De la pluma de B. Traven pasaron al cine ‘El tesoro de la Sierra Madre’, ‘La rebelión de los colgados’, ‘Canasta de Cuentos mexicanos’, ‘Macario’, ‘La rosa blanca’. Para nosotros los durangueños, debe revestir especial importancia El tesoro de la Sierra Madre, pues la acción transcurre en Durango por los rumbos de El Mezquital.

La obra de Traven, ha recibido el homenaje de sertraducida a más de cuarenta idiomas. Su amor por México, quedó más que manifiesto, cuando dispuso que a su fallecimiento, su cuerpo fuera incinerado y sus cenizas arrojadas en la selva de Chiapas, Estado éste que por cierto mantiene en el olvido la memoria del que tanto amó a su población indígena y la retrató con tanta maestría en su pluma.

Esta vez, quiero referirme a ‘Canasta de cuentos mexicanos’. Lo he dicho en varias ocasiones: la edad nos da el placer de la relectura, que en cierta manera es una nueva lectura, puesto que en ella podemos advertir cuestiones que no advertirnos en la primera o bien interpretarlas de manera distinta.

Pues bien, estas vacaciones de duro invierno, inverné como los osos polares y aproveché para volver a leer ‘Canasta de cuentos mexicanos’, lectura de mis años mozos, de mis ensueños juveniles y de mis ardientes ideales jurídicos y sociales.

La disfruté enormemente. ‘Canasta de cuentos mexicanos’ está conformada por diez cuentos deliciosos, a saber: Canastitas en serie, Solución inesperada, La tigresa, Amistad, El suplicio de San Antonio, Aritmética indígena, Dos burros, Una medicina efectiva, Jugando con bombas y Corresponsal extranjero.

Todos ellos cumplen con los dos elementos esenciales del cuento: brevedad e intensidad.

Además hay que decir que Traven, no pone todos sus cuentos en una sola canasta, sino que dispersos por allí, se encuentran otros cuentos de su autoría, y que a su muerte dejó obra inédita, que desafortunadamente no ha sido publicada hasta la fecha, que yo sepa.

De los cuentos que almacena la canasta de Traven, según mi óptica humorística, dos son los que más divierten y enseñan sobre la peculiar manerade razonar denuestra población indígena: ‘Canastitas en serie’ y ‘Dos burros’.

En ‘Canastitas en serie’, contrasta la mentalidad del gringoWinhrop y la del indígena de un pueblo de Oaxaca, que se dedicaba a fabricar canastitas de paja y otras fibras que se dan en esas tierras tropicales. El gringo solo pensaba en hacerse de miles de dólares vendiendo en Estados Unidos esas bellas canastitas, y al hacerlo creía que el indígena podía abaratar su compra mediante una fabricación en serie.

El indígena, lejos de abaratar la producción de las canastitas, fijaba mayor precio por unidad mientras más se elevara el número de canastitas solicitadas por el gringo, que llegó a ser en número de diez mil; y es que el gringo razonaba de acuerdo con el mercantilismo de la producción en serie de su país de origen, mientras que el indígena oaxaqueño, siguiendo el innato sentido artístico de su raza, veía sus canastitas no como mercancía sino como una obra de arte única e irrepetible, en la que ponía alma y corazón, dice el indígena al ambicioso norteamericano, cuando éste le pide que haga diez mil canastitas: “…hay algo que usted ignora, tengo que hacer esas canastitas a

mi manera, con canciones y trocitos de mi propia alma.

Si me veo obligado a hacerlas por millares, no podré tener un pedazo del alma en cada una, ni podré poner en ellas mis canciones. Resultarían todas iguales, y eso acabaría por devorarme el corazón pedazo por pedazo. Cada una de ellas debe encerrar un trozo distinto, un cantar único de los que escucho al amanecer, cuando los pájaros comienzan a gorgojear y las mariposas vienen a posarse en mis canastitas y a enseñarme los lindos colores de sus alitas para que yo meinspire.

Y ellas se acercan porque gustan también de los bellos tonos que mis canastas lucen.” Por lo que Nueva York, se quedó sin las artísticas canastitas de la artesanía oaxaqueña. ‘Dos burros’, es un divertido cuento en el que un americano blanco, se estaciona en un pueblo indígena con el fin de trabajar duro la tierra con la pretensión muy americana de hacer rico. En el pueblo todos los indígenas poseían burros, hasta seis los más acomodados y uno los más pobres.

El personaje del cuento decide hacerse de un burro para auxiliarse en el trabajo. Más el problema fue que nadie vendía burros, por lo que decidió apropiarse de un burro que al parecer no tenía dueño pues andaba suelto y era ciertamente feo con una oreja caída y la otra

rota. Tras indagar, si aquel burro tenía dueño y siendo que nadie supo dar razón que lo tuviera, decidió hacerlo suyo.

No pasó mucho tiempo, si acaso una semana, en que se presentara un indígena de nombre Ofelio, al que tuvo que pagarle cuatro pesos por el burro, pues se presentó reclamando la propiedad del asno. Alas dos semanas, tuvo que comprárselo a otro indígena llamado Epifanio en dos pesos veinticinco

centavos.

El domingo siguiente por la tarde, tuvo que entregarle al alcalde la cantidad de cinco pesos, ya que éste alegó que el burro era de la comunidad. Todavía más, finalmente tuvo que regresarle el burro a la mestiza Amalia Tejeda, la que resultó la verdadera dueña del burro, al que había dejado abandonado al ausentarse por un tiempo del pueblo, misma que bañó de insultos al gringo y terminó por llevarse el jumento.

El cuento lleva el título de ‘Dos burros’. ¿Y el otro burro? Se preguntaran algunos.

Apenas hace falta decir que el otro burro era el americano. Michael L. Baumann, autor del libro ‘B. Traven: una introducción’, publicado el año de 1978 por el Fondo de Cultura Económica, afirma que en la obra de Traven, se encuentra una preocupación constante por la muerte, desde su primera novela publicada ‘El Barco de la muerte’, en la que la muerte forma parte del mismo título, pasando por el ‘Tesoro de la Sierra Madre’, en la que la muerte es una amenaza constante; Macario que trata del morir; El visitante nocturno que es acerca de la muerte; La rosa blanca en la que un indígena es asesinado por la ambición del petróleo, etcétera.

Frente a Traven, estamos ante un narrador extraordinario al que es necesario acudir para un mejor conocimiento del México profundo.

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