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Mi novio invisible

Hemos sobrevivo a la temporada BBC: bodas, bautizos y comuniones. Hemos conseguido aparecer en cada una de esas puestas de largo sin pareja estable. A veces con unos, a veces con otros, a veces sola. Lo hemos llevado con alegría. Pero lo que se nos avecina es peor: llega esa época del año en que a la familia, sobre todo a las madres, les da por hacer balance vital y caen en la cuenta de que sigues sin pareja.

O lo que es lo mismo, ha llegado el momento de simular que tu vida ha cambiado. Que tienes un novio maravilloso, que bebe los vientos por ti. Para ello se necesitan pruebas y testigos, porque a una madre no se la engaña sin argumentos. Eso requiere que tus amigas hablen de ese chico maravilloso en Facebook y que tu madre, incluso, revise tu Whatsapp.

Todo está bajo control. Me he comprado una aplicación maravillosa llamada Invisible boyfriend. Es decir, he pagado por ello. Porque lo bueno, como la fama, cuesta. Como solo está disponible, de momento, para EE.UU. y Canadá, me he inventado un amante canadiense maravilloso, de Ontario. Médico residente. He configurado todas sus características: mide 1,80 y es hetero -¡oh milagro!-. Sus ojos son azules como los Grandes Lagos y tiene la piel morena. Si le mando mensajes me contesta, cariñoso, al momento. Incluso, si lo programo, él también toma la iniciativa y escribe mensajes largos, nada de monosílabos.

Configuro la app para que mi chico me envíe tres mensajes, en inglés, para las comidas del domingo en familia. Porque es canadiense y para impresionar a mi madre. Que de eso se trata. Pero tras recibir el primero ella solo comenta que es madrugador. Ha sacado su calculadora mental y, según la diferencia horaria entre Ontario y Madrid, Jimmy -que así lo he bautizado- se la levantado a las 7.41 para decirme: Hey honney, Miss you. Ahí he aprovechado para sacar la foto que me ha enviado la aplicación y la historia de cómo nos conocimos. Mi madre no acaba de tragar.

Dejo el teléfono con el Whatsapp abierto casi dentro de su plato. Voy a su ordenador, reviso mi Facebook y también lo dejo todo a la vista. A los postres llega otro mensaje de mi Jimmy. Esta vez dice algo del regalo de San Valentín. Estamos en verano. Mi madre pone los ojos en blanco y proclama que para tener ese novio prefiere que siga soltera. Al menos tienes vida sexual. Sí, eso ha dicho.

Moraleja: «No se debe (ni se puede) engañar a una madre».
Cosas que hacer: «Ajustar el calendario de la app. San Valentín en agosto, ¡hombre por dios!»
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