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Murió John Nash, el genio de la vida y de las matemáticas que inspiró la extraordinaria película "Una mente brillante", protagonizada por Russell Crowe.

El largometraje, un verdadero éxito que ganó cuatro Premios Oscar, nos invita a superar nuestras limitaciones, sean cuales sean.

Para quien no conozca la historia de John Nash…

Tenía 30 años cuando le diagnosticaron esquizofrenia paranoide, por lo que a la sana ambición de su mente privilegiada se le impuso el lastre de una tremenda enfermedad que lo desolaba.

Sin embargo, nada lo detuvo a la hora de perseguir sus sueños. Tras años de cruentos tratamientos que intentaban ayudarle a superar su enfermedad mental, John Nash consiguió mantener sus síntomas a raya.

Oía voces y veía cosas producidas por alucinaciones, pero aprendió a convivir con ello y pudo manejarlo.

Su trabajo interno fue descomunal hasta el fin de sus días.

Vivir sin poder discernir qué es real y qué no, es muy complicado, sin embargo, la mente brillante de John Nash lo consiguió.

Nash ganó el Nobel de Economía en 1994 por su teoría de juegos, aún vigente y útil en el ámbito de la estrategia. Combatió la esquizofrenia paranoide durante toda su vida y consiguió llevar una vida completamente diferente a la que su enfermedad le destinaba.

Su muerte, como su vida, no fue la esperada.

El 23 de mayo de 2015, Nash falleció junto a su esposa, víctimas de un accidente de tráfico.

Le debemos mucho, no sólo por su contribución a la ciencia, sino por contarnos su historia y volver “al mundo de los cuerdos” para enseñarnos que trabajando nuestro interior, todas las mentes son maravillosas. Es un gran ejemplo de superación y de esperanza.

John se aferró a su inteligencia y convivió con las voces de su cabeza a pesar de que le ahogaban. Su lucha no fue fácil, pero logró entender que el camino de su vida era la aceptación.

Entonces le llegó la inspiración y a pesar de sus limitaciones, logró una plaza como profesor del MIT, mientras que a la vez recuperaba la brillantez que su problema mental había truncado.

John Forbes Nash aprendió a vivir con la esquizofrenia durante toda su vida, convencido de que “todo problema tiene una solución”. Algo que, si bien no es válido para todos los enfermos mentales, todos podemos hacer regla de vida.

Vivir sabiendo que parte de nuestro dolor es inevitable. Aceptarlo y aprender a ser feliz con ello, debería ser una premisa para todos.

Sin duda, John nos ofreció la clave para disfrutar de la vida: aceptar, fluir y actuar.

Pero la esquizofrenia, ¿se cura o no?

A veces, lo que una persona necesita no es una mente brillante que le hable, sino un corazón paciente que le escuche.

Cuenta el periodista Robert Whitaker, que durante mucho tiempo en Laponia Occidental (Finlandia), tenían las tasas más altas de esquizofrenia entre su población.

Para hacernos una idea, allí viven unas 70.000 personas y en la década de 1970 y principios de 1980, cada año se daban veinticinco o más nuevos casos de esquizofrenia; el doble o triple que en el resto de Finlandia y de Europa.

Cuando Yrjö Alanen llegó al hospital psiquiátrico de Turku (Finlandia), eran pocos los psiquiatras que creían en la posibilidad de la psicoterapia como tratamiento para las psicosis. Sin embargo, Alanen pensaba que las alucinaciones y los delirios paranoides de los pacientes esquizofrénicos, cuando se analizan detenidamente, muestran historias con sentido.

Comenzaron a trabajar en la labor de escucha de los pacientes y de sus familiares. Crearon una nueva modalidad de tratamiento que se denominó ´Terapia adaptada a las necesidades de los pacientes´, adecuando un tratamiento específico para cada caso.

Algunos pacientes tendrían que ser hospitalizados, pero otros no. Algunos podrían beneficiarse de dosis bajas de medicamento psiquiátrico (ansiolíticos o antipsicóticos) y otros no.

Personalizaban y trabajaban de manera minuciosa cada caso, haciéndose conscientes de las necesidades de cada persona y de cada familia.

Por supuesto, las decisiones en cuanto al tratamiento eran conjuntas, valorando cada opinión en la medida adecuada.

La terapia no giraba en torno a la disminución de los síntomas psicóticos, se centraba en los éxitos y logros del paciente, procurando fortalecer el control sobre su vida.

De esta manera, el paciente no pierde la esperanza de ser como los demás, de mantener una normalidad y conseguir mirar más allá en lugar de aislarse.

Durante los últimos años, la terapia ´Diálogo abierto´ ha transformado el cuadro de la población psicótica en Laponia Occidental. El gasto en los servicios psiquiátricos de la región se redujo enormemente y, en la actualidad, es el sector con menor gasto en salud mental de toda Finlandia.

Los 25 nuevos casos de esquizofrenia al año, se han transformado en sólo 2 ó 3.

Por lo que está claro que hay otro tipo de tratamiento para las personas con esquizofrenia o cualquier otro tipo de psicosis, que garantiza una vida mejor a la que estamos acostumbrados a depararles, mientras que someterlos a terapias farmacológicas agresivas, electroshocks y mucha compasión, les infunde miedo, pena y se sienten rechazados.

Es importante saber que todo problema tiene solución y que puede haber algo mejor que lo que ya se conoce.

Hay que buscar con ahínco la luz al final del túnel.

Extracto del artículo de Raquel Aldana publicado en el blog «La mente es maravillosa».

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